Recorrer las limpias calles de Atyrá, conocer a su gente y la mentalidad de trabajo en comunidad que tienen, es casi como descubrir un país distinto dentro mismo de Paraguay. Toda la ciudad, que cuenta con cerca de 20 mil habitantes, tiene apenas 10 funcionarios de aseo urbano y es conocida como la más limpia del territorio nacional.
la Nacion
Por Aldo Benítez
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Cuando llegué a Atyrá, algo que me llamó la atención fue que no había publicidades electorales. No se ve ni de casualidad algún afiche con la sonrisa forzada cargada de photoshop de algún candidato local a cualquier cargo electivo.
Pregunté si eso estaba prohibido, pero la respuesta de mi interlocutor fue suficiente como para comprender que lo de Atyrá va más allá de calles y avenidas limpias; “no, eso no está prohibido, pero quién va a ser el candidato que se va animar a hacer eso, acá el que pega un afiche se quema, porque va a ensuciar algún muro o va a generar polución visual y entonces la gente no le va a votar”.
El paseo central y peatonal de la ciudad de Atyrá.
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A 65 kilómetros de Asunción, Atyrá parece que no pertenece a Paraguay, en su organización y en su contexto político-administrativo. Con una población que oscila los 20 mil habitantes, la Municipalidad local tiene apenas 30 funcionarios. Sí, 30 funcionarios, entre los que se incluyen a los 10 trabajadores de aseo urbano.
Es decir, la ciudad más limpia del país tiene apenas diez personas que se encargan de limpiar las calles, veredas y baldíos. No obstante, faltan algunos servicios, como por ejemplo, cajero automático –sólo se tiene uno que es de la red de Dinelco–, no hay sistema electrónico de pago y, además, la ciudad carece de bancos.
La Plaza de los Héroes, uno de los lugares de esparcimiento de la ciudad.
Le pregunto al intendente Juan Carlos Matto (ANR), cómo se logra tener un centro tan limpio y compañías con calles limpias y cuidadas, teniendo un reducido número de personal, y el jefe comunal me responde con simpleza absoluta. “Aquí la gente hace lo suyo. Limpia su vereda, su casa y sabe qué días y dónde debe tirar su basura.
Tenemos apenas un camión recolector, que se turna en días para cubrir los barrios, si bien hace falta otro, no es todavía lo primordial, porque cada barrio sabe los días que pasa el recolector y dónde depositar la basura”, resalta Matto.
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Desde Monte Alto se puede observar prácticamente todo el casco urbano y algunas otras compañías.
Es decir, se trata de un sistema. Un sistema que funciona y que encuentra, en el propio trabajo comunitario de la gente, la ayuda para que la función municipal sea simplemente pasar a recoger las bolsas de residuos. Además de los 10 obreros municipales de limpieza, la Municipalidad local cuenta con otros 20 funcionarios. El intendente Matto conoce a casi todos por sus funciones.
La artesanía en cuero, uno de los sectores que más mano de obra genera para los atyreños.
Están, además, los 7 concejales que forman la Junta Municipal. Del servicio de agua potable –Essap no llega– se encarga la Junta de Saneamiento, que tiene sus propias autoridades. Atyrá, que también es reconocida como capital ecológica, ganó en junio pasado la distinción de ciudad modelo y sostenible en el tiempo, que le fue otorgada por el Instituto de Administración Pública y Servicios Comunitarios de la Universidad Internacional de la Florida en Miami, Estados Unidos, y el Banco Mundial.
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El presupuesto actual del municipio atyreño llega a los G. 2.000 millones anuales. Según el intendente Matto, están trabajando en lograr que las compañías tengan acceso vial seguro, por lo que gran parte de la inversión se destina en calles y puentes. Pero no olvida un proyecto que ya están ejecutando; un plan de certificación de “viviendas saludables”, que consiste en acreditar a aquellas viviendas y negocios que manejen adecuadamente la basura, a fin de lograr que los mismos puedan hacer una clasificación de los residuos por bolsa.
Don Feliciano Martínez
A mediados de los 80, el dúo humorístico Los Compadres tenía un chiste que hacía referencia a Atyrá. “Si quieren encontrar yuyo con bosta de vaca, vayan a Atyrá”, haciendo referencia a que, hasta ese entonces, la ciudad era una dormidera de vacas. Las banquinas estaban llenas de basura y los terrenos eran comprados sólo para armar casaquintas. Nadie quería vivir allí en la semana. Así recuerda el profesor Juan Ramón Martínez, quien trabajó de cerca con el ideólogo e impulsor de la nueva Atyrá que vendría desde 1991; don Feliciano Martínez, intendente atyreño entre 1991 y 1995.
AIRES DEL NORTE.
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El actual intendente atyreño, Juan Carlos Matto. Es su segundo periodo como jefe comunal.
“Don Feliciano tuvo un cambio personal primero y después apuntó a un cambio de la ciudad”, cuenta el profesor Martínez. Recuerda que para las elecciones de 1991, el equipo político de Feliciano Martínez ganó por 7 votos a su contrincante electoral, el señor José Páez Vera.
La historia reciente de Atyrá encuentra en el trabajo de Feliciano Martínez el punto de cambio, pero no solo en cuanto a la estructura de la ciudad, sino a un cambio de identidad y de pensamiento en la gente. “Lo que él trajo aquí fue algo que antes nunca habíamos escuchado, que era la autogestión”, cuenta, a su vez, Arturo Agüero, otro de los vecinos que conoció a Martínez y que incluso trabajó con él en campaña política.
El mensaje de don Feliciano fue trabajar en forma conjunta, en cada barrio. Fue así que empezó creando, en principio, concursos de limpieza por barrio o compañía. Estas competencias, que no tenían premio en efectivo, creó en los pobladores un espíritu de competencia por mantener limpio sus barrios, un espíritu que al paso de pocos años, se transformó en una costumbre que se extendió por toda la ciudad.
El mirador de la capilla del Divino Niño Jesús en Monte Alto.
Francisco Martínez es el mayor de seis hermanos y es hijo de don Feliciano. Actualmente trabaja como docente en Atyrá y me cuenta que cada año, la ciudad –que tiene 24 escuelas, 7 colegios y una universidad– recibe cada día mayor cantidad de estudiantes. Según Martínez, esto se debe a un fenómeno que están experimentando desde hace un tiempo; la gente ahora compra terrenos en Atyrá y alrededores para construir viviendas, y ya no simplemente quinta o casas de fin de semana, como anteriormente se hacía.
Francisco dice estar orgulloso del legado que dejó su padre, a pesar de que ello significó que el mismo haya quedado sin mayores recursos económicos. De hecho, don Feliciano fue olvidado por su primer partido, el Colorado (ANR) y, posteriormente, el Partido Patria Querida lo llevó como senador, cargo en el que se desempeñó en el período 2003-2008, que no completó ya que falleció en marzo del 2005. En la ciudad, sus hijos y su esposa doña Blanca recuerdan cuando don Feliciano tenía que levantarse a las 4:00 AM para ir hasta el Senado en Asunción, a fin de llegar a hora, ya que el ex intendente viajaba en el transporte público.
La antigua y humilde casa en donde vivía don Feliciano mira hoy de frente a una plaza llena de árboles, con sus camineras y su paseo central cuidadosamente adornados. Parecería que el destino, a modo de homenaje, le ubicó a don Feliciano Martínez frente a esta plaza, ya que la misma se llama “Los héroes”. Don Feliciano Martínez, que no dejó riquezas ni numerosos inmuebles en su haber, sin embargo, es un héroe para mucha gente, ya que dejó un legado enorme en Atyrá. Un legado que hoy hace que Atyrá parezca otro país dentro de este Paraguay actual.
NISSAN 2
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