Roland Wolff, bachiller, soldado raso y exitoso agricultor paraguayo

SU BISABUELO, VENIDO DE BRASIL, FUE UNO DE LOS PIONEROS DE HOHENAU

Como que las pasiones se encienden cuando habla de aquel pasado familiar y que permitió sostener las nuevas generaciones gestadas en el monte. Roland Wolff (58), a quien en toda la comarca sureña le conocen por su apodo, Choclo, recibe a LA RAZÓN en su chacra, en Jesús, Itapúa. Comentó pasajes históricos que hacen a sus antepasados, pioneros de Hohenau, de cuando fue soldado raso paraguayo, “estoy orgulloso de haber servido a mi patria” dijo, y demostró que los productores graneros pagan puntualmente sus impuestos.

Roland Wolff, productor de granos. 

-Cuéntenos sobre cómo vinieron aquí sus antepasados.

-Mi bisabuelo, Ambrosius Schöller, brasileño, el abuelo de mi finada mamá, Edith Elena Schöeller de Wolff, fue uno de los fundadores de la madre de las colonias, Colonia Hohenau. Mi abuelo, Reinaldo Schöller, que nació en Río Grande del Sur, vino a Paraguay cuando él tenía entre ocho a diez años de edad. Contaba mi finada madre que ellos vinieron ya después, detrás del padre una vez fundada las colonias. Mi abuelo y los suyos vinieron sin nada, apenas con un bolsón en la mano. Empezaron a trabajar.

(Nota del entrevistador: Reinaldo Becker en su libro “Cartas de la selva”,  (Mercurio SA, Asunción, 2017, p. 120), expone que por decreto ley 148, del 12 de septiembre de 1898 “se aprueba la concesión de 16 leguas cuadradas de tierra gratuitamente, a los señores Reverchon (Carlos), intendente y comerciante de Encarnación y; Closs (Guillermo), agrimensor de Rio Grande del Sur, “interesados en organizar nuevas colonias”).

-¿Quiénes vinieron en aquel primer contingente de inmigrantes?

-Eran unos cuantos. No sabría decirle cuántos vinieron. Lo que sí le puedo decir que del Brasil, de Río Grande del Sur, vinieron con mulas y carros. Cruzaron el río Uruguay en canoa, con los equinos (mulas, burros y caballos) atados a la canoa. Los equinos debían nadar. En la canoa primero cruzaron las mujeres y los hijos chicos. Así cruzaron y llegaron a la provincia argentina de Misiones y de ahí pasaron el río Paraná en canoas a remo y los animales atados a la canoa.

-¿En cuántos días llegaron desde Rio Grande del Sur al sur de Paraguay?

-Tengo entendido que fueron unos dos meses de viaje, así contaba mi finada madre.  Viaje de todos los días, criaturas y mujeres en las carretas, entre los migrantes, niños que se enferman. Que se debía parar, cocinar, alimentar los animales. Así fue el segundo viaje; en el primero vino mi bisabuelo, con él el primer Reverchon (Carlos), con el que fundaron esta colonia de Hohenau. Ellos vinieron a buscar lugares dónde asentarse y crear sus colonias. Retornó a Brasil y fue cuando vino mi finado abuelo, papá de mamá, instalándose en lo que después sería Hohenau.

Este terreno, el primer terreno, donde yo estoy, de cincuenta hectáreas, compró mi finado abuelo.

(N. del E.: Reinaldo Becker, Id., id., p. 216 publica: “La protesta presentada por el señor Carlos Reverchon en representación de los concesionarios – Carlos Reverchon, Guillermo Closs, luego José Ambrosio Schöller y después Esteban Schöller – de la Colonia Hohenau al inicio del a nueva mensura judicial pedida por Pastor Servando Obligado, y que debían realizar los agrimensores italianos Ignacio Bova y Adelqui Angelaccio, tenía evidentemente el objetivo de impedir o dilatar lo máximo posible el comienzo de la venta de lotes, proyecto encarado por la Compañía Obligado en el año 1908).

-¿En qué año aproximadamente?

-Esa información le voy a quedar debiendo. No lo sé decir. Después, la gente fue creciendo. Mi madre, quien ya nació en Paraguay,  contrajo matrimonio con Selvino Wolff que ahora tiene 88 años de edad.

(N. del E.: Becker, Id., Id., p´. 327: “-En 1912 – “el puerto de Hohenau está en manos de la familia Schöller y el correo no funciona”)

Mi padre es la otra historia de los Wolff. Él ya es paraguayo. Cuando mi padre tenía 11 meses de edad le llegó a mi abuela una carta en la cual decía que mi abuelo, Christian Wolf, falleció en Carlos Casado, durante la Guerra del Chaco. Mi abuelo paterno fue paraguayo, hijo de descendiente de inmigrantes, pero ya paraguayo. Mi padre no le conoció a su padre porque cuando se supo del fallecimiento del abuelo él no cumplía aún su primer año de vida. Mi abuelo Christian era sargento segundo de sanidad durante la guerra. La carta fue remitida por el Ejército Paraguayo.

Nunca hemos conseguido documentos sobre la participación de mi abuelo en la guerra. Sí hay registro en la municipalidad de Hohenau que mi abuelo paterno murió en la guerra del Chaco. En el archivo del Ministerio de Defensa Nacional también aparece su nombre.

Mi padre y mi madre se casaron y siguió trabajando aquí en el terreno que mi finado abuelo materno le dio a mi mamá. Papá pudo comprar un poco más de tierra; yo, también. Hay una parte que quiero contar: soy uno del los pocos gringos que después del bachillerato completado en el Colegio San Blas, de Hohenau, que no quiso seguir estudiando. Papá tenía poca tierra entonces. Fui al cuartel. Soldado raso en el Ministerio de Defensa Nacional. Ahí, en mi tiempo libre, pedía permiso y entraba en el archivo y está lo mismo que tenía papá: que mi abuelo murió en Carlos Casado y más datos no hubo.

-¿Usted hizo su servicio militar?

-Sí, señor. Soldado paraguayo, verde olivo, infantería, reserva 1982. No fui simeforista, ni auxiliar ni oficinista, fui soldado raso, así haya tenido el bachillerato terminado. En mi época, el ministro de Defensa fue el general Marcial Samaniego quien cuando viajaba al interior por misiones oficiales como ministro de Defensa  lo hacía a bordo de la máquina ZP MDN y; cuando viajaba como general del ejército paraguayo, lo realizaba en la ZP GMS.

-¿Se siente …?

-¡Orgulloso!, ¡orgulloso! Me produce la mejor sensación, me estremece, che mo pirïpa. Me preguntaban si cómo se me ocurria ser soldado raso habiendo logrado el título de bachiller. No me arrepiento. Aprendí mucho en el cuartel. Habiendo sido criado bajo la pollera de mamá, fue la primera vez que me desliqgué de mis padres.

-¿Su cuartel estaba en el Ministerio de Defensa Nacional?

-Sí. No éramos un pelotón grande. Éramos 17 antiguos y 17 reclutas. Allí estuve un año y ocho meses. No me quejo. Comíamos bien.  Fuimos muy disciplinados. A veces el ministro se sumaba al pelotón y probaba nuestra comida, se sentaba a almorzar con nosotros.  Cuando ya estábamos en la mesa y él llegaba imprevistamente, nos levantábamos al unísono y nos poníamos firmes. “Pe guapy katy, che ra´y, jakary”, decía paternal. Así era el general ministro Marcial Samaniego.

En Bella Vista, Itapúa, hay una calle que lleva su nombre. Él era muy amigo de varios pobladores, incluso fundadores de Bella Vista.

                                 Wolff, “somos netamente agricultores”

-Una vez cumplido el servicio militar, ¿volvió a trabajar en la agricultura?

-Papá tenía poca chacra en aquel tiempo. Dos años fui a trabajar con unos señores, muy conocidos nuestros que ya eran potentados en aquel tiempo. Fui como operador de máquina, como asalariado. En la familia fuimos afianzando el trabajo agrícola. Volví a integrarme al emprendimiento familiar. Hoy crecimos un poco más. No somos terratenientes. Plantamos 600 hectáreas, es todo lo que hacemos en tierra propia. Plantamos soja, maíz. Mi hijo, que tiene 25 años y es ingeniero agrónomo, está comprometido con el trabajo familiar. Todos trabajamos en la chacra. Ahora mismo, mi esposa está preparando un guiso para 10 personas que trabajamos en la chacra.

-¿Así trabajan todos los agricultores graneros?

-Es costumbre de cada uno. Algunos acuerdan pagar una suma pero “seco”, o sea que el contratado se arregla con su almuerzo. En mi chacra, me gusta atender a mi gente de lo mejor hasta donde yo pueda. Se come en la chacra, en el kokué akä.  Soy el comodín de la capuera. Puedo estar ayudando en la cosechadora, en el tractor, en el camión, en la camioneta.

-Trabajar duro también para pagar impuestos.

-Sí. La gente dice que no pagamos impuestos. Tengo mi portafolio en el cual tengo mis talonarios de facturas. Cada día 10 yo entrego todos mis papeles a la contadora. Tengo talonario de recibo, producción agropecuaria, nota de débito, nota de crédito, todo. Todo esto si trabajo con alguien que no es contribuyente.

-O sea, puede demostrar que usted como agricultor paga impuestos.

-Y todos los productores graneros, los que trabajamos en serio.

Las facturas, al día. 

LA RAZON