COMENTARIO: En épocas anteriores, estos días que anteceden a la Navidad eran “alegrados” con el sonsonete canto de las cigarras, aromatizado con la fragancia de la flor de coco y tematizado con hermosos, pintorescos y artísticos pesebres.
Por alguna razón relacionada con el medio ambiente, tal vez, ya no se escuchan los sonidos molestos y continuados que emitían con su canto las cigarras, que a pesar de ser un sonsonete, terminaban alegrando el amanecer y atardecer de cada día del mes de diciembre.
De la misma forma, el ambiente ya no está como en otras épocas aromatizado con la peculiar fragancia que emite la flor de coco al quiebre de la vaina en cuyo interior se encuentra tan aromática flor, que inspiró inclusive una emblemática canción que retrata la autentica Navidad paraguaya, la Navidad de flor de coco, Navidad del Paraguay.
Esa misma emblemática canción al expresar, “ya está el pesebre adornado, el Niño en su lecho está”, recuerda qué es lo que en realidad estamos a punto de celebrar, pero al mismo tiempo nos permite darnos cuenta de la ausencia casi total de pesebres en las casas, como era costumbre montarlos cuando aún las figuras de Papá Noel y el abeto o árbol de Navidad no habían pasado a ocupar el primer lugar en nuestras costumbres como símbolos de la Navidad.
“Muy lindo su pesebre”
Esta era una típica frase que se repetía en todos los hogares donde había un pesebre desde el atardecer del día 24 de diciembre hasta las 23:00 horas aproximadamente, pues antes de la 12 o 24:00 horas, todos debían estar en sus casas compartiendo la cena familiar y aguardando el nacimiento del niño Jesús.
El recorrido que se iniciaba al atardecer del día 24 y culminaba una hora antes de la medianoche, consistía en visitar las casas del vecindario para ver los pesebres, llegar, sentarse frente a el y disfrutar de un delicioso clericó gentileza del dueño o dueña de casa, para luego de consumirlo, emprender la retirada expresando la frase “muy lindo su pesebre”, sin importar si era lindo o no, aunque a veces cuando lo único que servían era un “tome asiento”, la frase de reclamo era “muy lindo su peseco”, y se partía para otra casa buscando mejor suerte.
Así transcurrían las horas que antecedían a la medianoche. En el trayecto también se hacían explotar contra las murallas las ya desaparecidas bombitas que ocasionaban un gran estruendo y que eran lanzadas con honditas. Estas eran cilíndricas, hechas con papel sulfito y de atrasa, de no más de 1 centímetro de diámetro por 2,5 centímetros de largo, con pólvora y piedritas en su interior y amarradas con hilo de ferretería encerado. Se vendían por unidad, por docena y venían en ristra, es decir, amarradas unas a otras como se hace con el ajo.
Muy bien, lo que aquí hemos relatado ya son solo fantasmas de las navidades pasadas, la tecnología y los avances de la humanidad que cada vez es menos empática con sus semejantes, nos hace vivir los días previos a la Navidad de una manera más mecánica, sin muchos sentimientos, estirando cada uno por su lado de acuerdo a sus problemas personales y a las costumbres que nos impone el mundo moderno, y está bien, es así como ha venido evolucionando el mundo desde su creación, vaya a saber uno cuantos millones de años atrás.
Amambay Digital