Una joven emprendedora se destaca por su producción de vinos artesanales, cuya innovación nació en la pandemia. Los vinos elaborados son de mandarina, banana, pomelo, jengibre y otros.
Venta. María Leticia Villalba promociona sus vinos caseros.
Rosalía Ciciolli
María Leticia Villalba es una mujer multifacética, que a sus 25 años, recién cumplidos, reparte su vida entre las actividades que le apasionan: Las artes visuales, la fermentación y el malabarismo autodidacta, lo que la ha llevado a encarar muchos trabajos que tienen que ver con las artes y las perfomances corporales. Pero además, como fermentista, decidió llevar más allá sus conocimientos en este campo hasta llegar a crear un novedoso e innovador vino de banana.
“Lo que me llegó a emprender es la fuerza vital de sentir que sirvo a la sociedad, desde esa raíz que son mis ideales de transformación hacia una sociedad de autonomía y autoregeneración”, reflexiona en profundidad Leticia.
Fue esa fuerza vital que ella menciona la que le llevó a experimentar con “la producción micropolítica del alcohol artesanal, orgánico, medicinal y biodiverso”, para crear una serie de productos naturales.
“Surgió más bien como un método de resistencia en la pandemia, de investigar sobre el cuerpo, el sistema inmunológico y la microbiota. Se me abrió un mundo de posibilidades al conocer la fermentación natural que fue un proceso empírico de experimentación con mi hermana, Lua (Romina Luján Villalba) y juntas preparamos nuestros primeros vinos artesanales caseros durante el aislamiento social de la pandemia”, comenta.
Así crearon varios tipos de vinos elaborados con distintas materias primas como mandarina, pomelo, jengibre, calabaza y otros productos frutícolas.
Además, elaboraron sus primeros panes de masa madre, leudados de forma natural, sin químicos ni aditivos.
Esta serie de experimentos, con buenos resultados, motivaron a Leticia y a su hermana Lua a emprender. “Así creamos nuestra marca: LiberArte de Raíz, que refleja un poco nuestra visión de la realidad y nuestro aporte como activistas sociales en la lucha por la soberanía alimentaria, ecologista, anticapitalista, en donde aglutinamos nuestro saber con el hacer. Lo personal e íntimo de nuestra producción casera pasaba a un nuevo campo, al de incidir en lo social, en otras personas; en ampliar lo que conocen de la realidad, acercándoles un vino cuya característica principal es que se elabora con alcohol orgánico”, comenta Villalba.
La emprendedora y su hermana destacan, sobre todo, la innovación lograda con el vino de banana, con el que buscan cambiar la idea generalizada de que el vino solo puede ser de uvas. “El vino de bananas es un producto creado mediante un proceso experimental, que salió después de una investigación de la materia prima que tenemos en la región y, sobre todo, mediante la aplicación de técnicas ancestrales de cómo se elaboraba el alcohol antes de que, incluso, haya sido industrializado”, detalló Villalba.
Ganar mercado. El mayor desafío de los emprendedores es el de ganar mercado y el tratar de llegar a más consumidores, sobre todo cuando se trata de un producto nuevo, diferente y que no resulta conocido para el común de las personas. “Siempre, como obstáculo permanente con el que tenemos que lidiar es el de insertarse en el mercado y tratar de llegar a más personas con nuestro producto, algo que no es resulta para nada fácil, más aún en una sociedad en el que el alcohol estandarizado (de reproducción masiva) es más barato y accesible para todos”, aduce la emprendedora. Alega que, además, el proceso para elaborar un producto totalmente artesanal es mucho más largo, porque hay tiempos que respetar al estar hecho en forma manual. “Es imposible competir con el precio y la venta masiva del alcohol industrial y como no cuento con capital, cuesta mucho más tener visibilidad. No he tenido ningún apoyo gubernamental ni de ningún tipo, solo la contención familiar”, asegura Leticia. UH