- Por Jorge Zárate, María Paz Vaesken y Marcelo González Vega
La pandemia del Covid-19 abrió una grieta en el sistema educativo paraguayo. Mientras el ministro de Educación, Eduardo Petta, ya anunció que las clases presenciales se suspenden por el resto del año, a pesar de la oposición de varios sectores, quedan cuestiones sueltas sobre cómo se va a enfrentar este nuevo escenario. La ya deficiente estructura educativa a nivel nacional ahora tiene la misión de llegar, con nuevas herramientas tecnológicas, a todos los estudiantes del país. Incluso a aquellos que hoy tienen como prioridad no pasar hambre antes que terminar una tarea.
Desde el 2010, cuando se estableció la obligatoriedad y gratuidad de la educación inicial y media, existe un elemento central que está lejos de erradicarse en la educación nacional: la exclusión. “La desescolarización entre los 6 y los 11 años de edad y entre los 12 y los 14 años sería equivalente a 20,7% para cada tramo de edad”, reporta el estudio “Perfiles de la exclusión educativa en la República de Paraguay”, de Unicef, el último análisis sobre la situación del que se dispone en el país realizado en el 2016.
Datos del Ministerio de Educación y Ciencias (MEC) del 2019 hablan de que hay 1.418.454 matriculados en todos los niveles escolares en el país. Según estos números, 976.452 alumnos son de la Educación Escolar Básica, representando el 65,9% de todos los matriculados. El Programa de Promoción de la Reforma Educativa de América Latina y el Caribe (PREAL), del 2013, señala en una investigación que solo tres de cada 10 estudiantes que ingresaron en el primer grado en 1999 completaron los 12 años de la educación formal en el 2010, con base en datos del propio MEC. De ellos, también según cifras oficiales, solo la mitad llega a la universidad. De 100 alumnos que inician su educación primaria, solo 35 logran culminar el bachillerato en tiempo y forma. De los 35 alumnos, menos de 10 llegan a pelear por un título universitario.
Estas tendencias se mantienen hasta ahora, con mayores y menores tendencias o tasas, pero es una realidad latente, de acuerdo con los números que maneja el propio MEC. En ese sentido, un informe de la Iniciativa Global por los Niños Fuera de la Escuela (OOSCI, Unicef-UIS, Unesco) celebra el aumento de matrículas, pero recuerda que “este progreso del país aún deja de lado a niños y niñas que ingresan tarde al sistema educativo, que fracasan reiteradamente, que no encuentran experiencias educativas que les permitan desarrollar sus capacidades y que viven situaciones de discriminación”.
El estudio de la Unicef muestra también otra cruda realidad en cuanto a las diferencias entre los sectores urbano y rural. Mientras que solamente el 3,5% de niños y niñas de 5 años de edad no asiste a preescolar en las áreas urbanas, este porcentaje es del 14% para quienes habitan en zonas rurales.
Respuestas
Incrementar el alcance de la escuela pública es fundamental ante este cuadro de situación, ya que 7 de cada 10 alumnos concurren a escuelas oficiales y “la mayor participación relativa del sector privado se observa en Preescolar y en Educación Media. Esta variación podría estar relacionada con la existencia de una menor oferta educativa oficial para estos tramos”, señala el reporte.
El estudio propone que para lograr un mayor progreso en las diferentes áreas e indicadores educativos es necesario: aumentar el porcentaje de la población que completa los 12 años de escolarización y apoyar los programas de atención a la primera infancia. Otros desafíos incluyen mejorar las políticas docentes, fortalecer la gestión local de las escuelas y aumentar la inversión con el fin de asegurar una educación de calidad para todos los niños de Paraguay, según Unicef.
Una educación alejada de la tecnología
En el 2002 se había dado a conocer el primer proyecto de Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) en el Paraguay, denominado Plan Nacional de Desarrollo de la Sociedad de la Información en el Paraguay. En ese entonces aspiraban a “una sociedad con nuevos valores y nuevas oportunidades”. A la par, EEUU promulgaba la ley de gobierno electrónico, firmada por Bush; Estonia se encaminaba hacia la “cédula electrónica” con su proyecto X-Road, un sistema de intercambio de información para ciudadanos, instituciones y compañías. En síntesis, un año clave para las TIC.
El proyecto presentado por el gobierno de entonces planteaba revisar de manera integral el proceso educativo en todos los niveles y, en función a ello, diseñar políticas para la inserción de las TIC en la educación, pues solo así se contaría con mano de obra calificada y competente para las nuevas dinámicas que la economía digital planteaba.
En cuanto a plazos, el documento menciona que el plan se ejecutaría en secuencia encadenada. Siempre según el documento, los períodos contemplados eran: corto y mediano plazo (2002-2004) y largo plazo (a partir del 2005). Se estimó un presupuesto total de US$ 409 millones (el equivalente a 1,5% del PIB paraguayo en ese año), de los cuales la educación se llevaría una gran parte (US$ 89 millones) después de infraestructura (US$ 306 millones).
Situación actual
Es así que teniendo en cuenta todo lo ocasionado por la pandemia del Covid-19, paralizando toda actividad económica y llevando prácticamente a todo el mundo a un confinamiento, no podemos estar ajenos a la situación por la que atraviesan miles de familias en Paraguay. La pandemia desnudó miles de falencias en el funcionamiento del Estado y dejó en descubierto la realidad en la que vivimos.
“La educación paraguaya es discriminativa”
Gabriel Espínola, dirigente sindical de los docentes (OTEP-Auténtica), habla sobre la situación de la educación en Paraguay y dice que el propio diseño de la política educativa actual es para favorecer a la clase dominante del país. “No está sustentado para el desarrollo integral de las personas, no se basa en los derechos humanos, no promueve la justicia social, los pueblos originarios siguen excluidos y parias en sus propias tierras. Al igual que las comunidades campesinas y los asentamientos suburbanos, no tenemos en el horizonte un modelo de país que se sostenga en un modelo de educación”, expresa Espínola.
Agrega que el MEC, en los sucesivos gobiernos, ha actuado de manera irresponsable en lo que respecta a la implementación de las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) para acompañar el aprendizaje. En ese sentido, menciona que la cartera de Estado tiene un proyecto de US$ 120 millones para potenciar las TIC y cuya ejecución hasta la fecha no supera el 30%, siendo el tiempo del proyecto desde el 2015 hasta junio del 2020. “Esta ineptitud de la administración actual y las anteriores pretenden cubrirla con decisiones apresuradas y sin las condiciones básicas para su desarrollo que pueda garantizar algún éxito”, asegura Espínola.
Añade que ve un sombrío panorama en cuanto al sistema que el MEC quiere instalar con las clases a distancia, donde los perjudicados serán los estudiantes de escasos recursos.
“Año escolar incierto”
“El año escolar 2020 es absolutamente impredecible e incierto. Es necesario el mayor esfuerzo de todos los actores de la educación paraguaya para que no sea un año perdido, es fundamental que el principal líder de la educación paraguaya (ministro de Educación) abra espacios reales de participación con los distintos responsables del sistema educativo, así como de otros actores conocedores de la educación, y que pueden establecer acciones novedosas y válidas para la contingencia que estamos viviendo”, expresa Eladio Benítez, de la Unión Nacional de Educadores (UNE).
Para Benítez, la pandemia vino a desnudar la poca o nula capacidad del sistema educativo para responder a contingencias de esta naturaleza. Señala, en ese sentido, la falta tecnológica para llevar adelante con éxito la educación a distancia y dentro de esta modalidad la educación virtual. “También quedó evidenciada la incapacidad de trabajo en equipo con participación de los distintos actores de la comunidad educativa y de la sociedad para llevar adelante propuestas consensuadas de acciones pedagógicas, organizativas y principalmente de propuestas que permitan lograr saberes y aprendizajes significativos”, agrega Benítez.
A su criterio, Paraguay no está preparado para trabajar en todo el país con un sistema educativo a distancia, por factores contundentes como la falta de acceso a computadoras, internet, celulares de alta gama, principalmente de las zonas vulnerables del país. Además, asegura que los maestros no están con la suficiente preparación para llevar adelante semejante proyecto, con apenas poco tiempo de preparación.
Emergencia educativa
La Organización de Trabajadores de la Educación (OTEP-SN) entregó en la semana el documento “La educación la hacen los pueblos. Por un modelo educativo genuinamente paraguayo”, en el que presenta propuestas y alternativas ante la pandemia del Covid-19, reclamando que se declare una “emergencia nacional educativa”.
En ese marco, se propone “dotar de recursos tecnológicos básicos a cada institución educativa (wifi, impresoras con insumos, computadoras) a fin de generar condiciones para el nuevo enfoque durante la crisis sanitaria y capacitar a los docentes” en la utilización de los mismos.
Se pide también “establecer las instituciones educativas como centros de apoyo y distribución de alimentos o de la preparación de ollas populares acorde a la realidad de cada institución y la utilización de radios comunitarias para complementar y reforzar el proceso de aprendizaje”, entre otros elementos.
Así como el Covid-19 tuvo su impacto en la economía, ocurre lo mismo en la educación, administrada por el Ministerio de Educación y Ciencias (MEC). El distanciamiento social obligó a una reestructuración improvisada y precaria del plan de estudios y llevó a que millones de alumnos en todo el país se adaptaran a este nuevo sistema: las clases online.
Para Luis Fernando Ramírez, director del Centro para el Desarrollo de la Inteligencia (CDI), no existe norte en la educación paraguaya. “Primero tenemos que entender la educación paraguaya completa, que tiene a la educación pública y privada. Para la educación digital se requieren tres factores: tecnología, maestros y alumnos. Lo tecnológico es lo más simple y lo más fácil. Lo más difícil es el maestro y el alumno, y eso no se consigue en 15 días. Difícil creer que porque se tiene una plataforma, por muy completa que sea, se va a dar la educación digital, eso no va a ocurrir”, dijo a La Nación.
Agregó que las mismas autoridades del Ministerio de Educación y Ciencias (MEC) no comprenden la complejidad de este modelo educativo. “Hay gente que confunde que porque usa medios tecnológicos está haciendo una capacitación digital. Eso no tiene nada que ver. La educación digital es autodidacta, una educación en la que el usuario recibe una serie de insumos y va trabajando desde otra perspectiva, la del descubrimiento”, detalló. A su criterio, el modelo de educación virtual es viable en territorios reducidos e inviable a nivel nacional.
Clases virtuales
Según un artículo de la Dra. Clara Bonfill, extraído de su tesis doctoral desarrollada en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Málaga, España, en diciembre del 2005, los factores críticos encontrados en las clases virtuales están vinculados con la comunicación entre alumnos y profesores; con el entorno físico de trabajo de los profesores; con la administración de los recursos y el tiempo; con los estados de ánimo de los profesores y con su capacitación; y, finalmente, con la función docente.
El uso de esta tecnología implica un cambio en el modelo mental de quienes la utilizan, además de exigir una transformación en el acto educativo y en la manera de plantearlo. Asimismo, obliga a profundos replanteos en cuanto a la forma de implementar, administrar y formar a quienes están involucrados en la modalidad, por lo que no es algo que pueda ser implementado de la noche a la mañana.
El futuro
Mientras el ministro de Educación, Eduardo Petta, ya da por descartadas las clases presenciales para lo que resta del año, el ministro de Salud, Julio Mazzoleni, recomienda reevaluar la situación el 1 de setiembre. “Hasta el 1 de setiembre no pueden volver a clases, los estudiantes serán el último colectivo en reincorporarse”, respondió el ministro de Salud ante el planteamiento de Eduardo Petta de no retomar el modo presencial en todo el 2020.
En tal sentido, la Organización de Trabajadores y Educadores del Paraguay (OTEP) expresó la dificultad que representa para muchos adaptarse a este método pedagógico. “El docente paraguayo tiene históricamente un mecanismo de enseñanza y actualmente la capacitación es casi nula de parte del MEC, es una improvisación que va hacia el fracaso”, opinó Vidal Ortega, secretario general de la OTEP.
Ante esta situación, la Unión Nacional de Centros de Estudiantes del Paraguay (Unepy) emitió un comunicado dirigido al ministro de Educación, Eduardo Petta, manifestando que si se vuelve imposible volver a la educación presencial, prefieren cerrar el año y retomar ya en el 2021. El documento expresa que ya habían publicado datos sobre la compleja situación en la que viven los estudiantes, quienes en su gran mayoría, y sobre todo en el interior del país, tienen escasas herramientas para desarrollar las clases virtuales. “Este estudio, que seguimos realizando, nos proporciona datos aún más preocupantes, por lo que pedimos se considere este pedido de posponer las clases de este año ya para el próximo año”, señalan.
Entre los datos más resaltantes explican que solo el 28% de los estudiantes declara entender suficientemente bien las clases difundidas mediante los medios virtuales, otro 53% entiende solo en parte o a medias las clases virtuales y un preocupante 19% de los estudiantes encuestados entiende poco o nada de estas clases. Esto revela que no es simple pasar de un sistema educativo presencial a uno virtual sin antes considerar todos los obstáculos que eso conlleva.
Pensar que en Paraguay hoy se pueda desarrollar un año educativo enteramente vía online parece que será una fantasía. No debemos dejar de lado a aquellos sectores más carenciados que hoy no tienen acceso a la educación virtual no solo a causa de la pandemia, sino a años de malos gobiernos que llevaban a la corrupción como bandera.
Fe y Alegría: hace 27 años con la educación a distancia
Desde 1993, la Fundación Jesuita, a través de su programa Fe y Alegría, trabaja en 14 centros educativos con programas de educación a distancia. Catalino Corvalán González, coordinador del área de Educación y Promoción Social, refiere que se trata de una propuesta alentadora, pero que no resulta fácil.
Fe y Alegría lleva casi 30 años en Paraguay, empezó a trabajar en 1991 y en la actualidad tiene 34 centros educativos en todo el país, además de 14 centros educativos en los que se trabaja a distancia a través de la radio. “Todos los días estamos emitiendo por Radio Nacional y Radio Fe y Alegría un programa de educación nacional; la propuesta no es nueva, la misma había surgido en 1993”, explica el jesuita Corvalán González.
“En el contexto actual, es muy difícil llegar a todos a través de las plataformas virtuales, incluso tenemos centros donde aún no hay señal de internet, tampoco las familias poseen smartphones para poder acceder a la plataforma o sencillamente no poseen los medios económicos para comprar internet, entonces acudimos nuevamente a la propuesta de clases radiales a distancia Previr (Programa de Educación Bilingüe Intercultural por Radio) y nos estamos expandiendo”, expone el coordinador.
Corvalán González explica el proceso: cuenta que las personas que se educan a través de la radio reciben un cuadernillo y a medida que se transmiten las clases van completando. Además, el proyecto educativo establece que en la comunidad debe haber un guía que se reúne cada 15 días con los estudiantes, de modo de abordar las inquietudes de los mismos.
“También estamos presentes en 8 penitenciarías, la propuesta solo va hasta el noveno grado, educación básica, y es un programa que está reconocido por el Ministerio de Educación”, expone.
Según Corvalán González, desde la experiencia que tienen con Fe y Alegría, el problema más recurrente que encontraron fue la virtualidad en muchos de los centros educativos. “Porque las familias no tienen acceso a internet, el equipo necesario o simplemente no hay señal en la zona”, señala.
LA NACION