El uso excesivo del teléfono celular por parte de los adolescentes ha generado un nuevo dilema para los padres: el “vamping”, una práctica que ocasiona cada vez mayor cantidad de trastornos del sueño y otros efectos negativos entre esta población.
Por Robert Bourgoing (@robertb_py)
El acceso a la tecnología por parte de los más pequeños de la casa puede ser beneficioso para determinadas situaciones, como cuando es necesario buscar información para alguna tarea o entretenerse utilizando las distintas aplicaciones instaladas.
En contrapartida, existen ciertos riesgos que muchas veces no suelen ser dimensionados en su amplitud o que pueden pasar desapercibidos por los padres. Uno de ellos es el llamado “Vamping”.
¿QUÉ ES EL VAMPING?
El término “Vamping” proviene de la unión entre las palabras del inglés vampire (vampiro) y texting (escribir mensajes de texto) y hace alusión al uso de dispositivos electrónicos, sean tablets, computadoras, teléfonos celulares, etc, en horas de la noche.
Generalmente la población adolescente es la que se ve afectada mayormente por esta problemática, ya que los jóvenes son quienes se acostumbran a un uso más prolongado de sus móviles antes de dormir.
PROBLEMAS ENTRE LOS ESTUDIANTES
El hecho de utilizar los smartphones en el horario que tendría que ser destinado al descanso trae consigo una serie de inconvenientes, entre los que se destacan el excesivo sueño en horario diurno y el desgano para desarrollar ciertas actividades.
Justamente en este último punto entra un aspecto que ha sido visto últimamente en las instituciones educativas, que es el cada vez mayor número de estudiantes que se ven cansados en clase, lo cual a su vez genera problemas de atención y aprendizaje.
Miguel Ángel Gaspar, experto en ciberseguridad y director de la organización Paraguay Ciberseguro, confirmó que tras haber conversado con alumnos, profesores y psicólogos, se pudo percatar el aumento de la población estudiantil que llega a las mañanas con mucho sueño al aula.
Haciendo una mayor averiguación, descubrió que el uso de los teléfonos celulares en el horario nocturno -principalmente antes de dormir- es quizás el mayor causante, siendo confirmado por los mismos niños y adolescentes.
POR QUÉ OCURRE ESTO
Los profesionales ya vienen alertando sobre las complicaciones que genera el utilizar dispositivos electrónicos antes de acostarse por una simple razón: la luminosidad de la pantalla.
Es sabido que antes de dormir, nuestro cuerpo segrega la llamada melatonina, una hormona que permite regular de forma correcta el horario de sueño. Al utilizar un celular o cualquier otro dispositivo con pantalla, las retinas continúan recibiendo luz y se interrumpe este proceso natural.
Pese a que se utilicen algunos filtros específicos, el uso del móvil antes de dormir hace que el cerebro esté en un estado de “alerta”, lo cual genera dificultades para conciliar el sueño, reduciendo notablemente el tiempo de descanso requerido.
CONSECUENCIAS
Algunas de las consecuencias que pueden generarse por culpa del “vamping” son:
*Problemas para dormir bien y tener un buen descanso
*Dificultades en el aprendizaje y falta de concentración
*Aumento de peso debido a la reducción de los niveles de melatonina, lo cual produce alteraciones metabólicas que hacen que aumente el apetito y las ganas de comer alimentos dulces y ricos en grasas.
*Estrés, ansiedad y agotamiento físico
*Sensación de no haber descansado lo suficiente
*Cambios en el humor, incluyendo mayor irritabilidad o desánimo para realizar ciertas actividades
*Fatiga o agotamiento visual
*Dolores de cabeza
EL CONTROL Y DIÁLOGO, LA MEJOR SOLUCIÓN
El dilema que trae consigo el “vamping” puede ser resuelto por los padres de una manera práctica a través del diálogo con los hijos, alertándoles sobre los riesgos que existen por el hecho de que no puedan descansar la suficiente cantidad de horas.
Para ello, primero deben saber detectar el problema y, de ser necesario, acudir a algún médico que pueda brindarles ciertas orientaciones que pudieran ser beneficiosas.
La colaboración de los docentes también es fundamental, pues son quienes comparten diariamente con los estudiantes y deben tener la suficiente capacidad para detectar cualquier cambio en su comportamiento, sobre todo si son tan notorios como el excesivo sueño en clases.
Negociar con los jóvenes una determinada cantidad de horas de uso del teléfono celular puede ser de ayuda, aunque no siempre es fácil que accedan de buenas a primeras. Un buen diálogo siempre es preferible antes que un castigo o una imposición que podría tener el resultado contrario.