Arsenio Ramírez empujaba ayer una heladera vieja y dentro de ella llevaba a sus nietas a tierra firme para que las niñas puedan asistir a la escuela. Hace unos días se le robó su canoa y no le quedó otra opción que improvisar un transporte para salir de la casa.
El don dijo que no abandonarán su hogar. Construyó una casa de dos pisos y ,cada vez que el agua sube, él y su gente se mudan arriba y bajan por una escalera de madera para subir a la heladera. EXTRA