TEXTO DE CLAUDIA MARTINEZ
YO SOY PEDROJUANINA POR OPCIÓN
En esta vida muchas cosas no podemos elegir, el lugar de nacimiento por ejemplo, pero de la mano de mi corazón y midiendo el peso de mis sentimientos, sin dejar de ser lo que dictan mis documentos; yo soy pedrojuanina por opción.
Llegué a la ciudad de Pedro Juan Caballero con mis padres y hermanos un inolvidable 14 de febrero de 1978 y la dejé en el 2002. La dejé es apenas un decir, porque nunca dejamos del todo el lugar donde fuimos felices, y yo puedo afirmarlo con creces: fui muy feliz en Pedro Juan Caballero y lo soy inmensamente, cada vez que a ella regreso.
Los recuerdos de mi hermosa infancia, en mi casa de madera, frente al aserradero donde vi con asombro como los troncos llenos de multicolores orquídeas se transformaban ante mis ojos de niña, en la mejor madera del mundo. Mis queridos compañeros de escuela, los juegos de “Sol-Luna-Estrella” en las gradas de la iglesia, las travesuras bajo el enorme árbol en el patio de “la parroquial”. Los paseos en bicicleta, las idas a la plaza, a la laguna. Me encantaba el “portuguarañol de mis vecinos, ese lenguaje único que mi madre combatía, protegiendo mi castellano asunceno que frágilmente se rompió, o sea “no adelantó” y cada frase se pegó a mi lengua y a mi dicción, y es así que sigo más “ligada” que nunca a la ciudad que con tanto cariño me acogió.
Antes de aprender la tabla de multiplicar, sabía hacer el cambio de monedas, como una cuestión de supervivencia y tuve con esa y otras experiencias la posibilidad de ver al mundo como lo ve un niño fronterizo, desde las perspectiva de dos países, con la comprensión de dos realidades conjugadas, muy distinta a la escueta y cerrada visión de un niño capitalino, los pedrojuaninos siempre vimos más allá, y eso abrió mi mente y desarrolló en mí una actitud positiva a aceptar los cambios y a las personas, distintas, diferentes, como son.
En Pedro Juan Caballero tuve maestros de verdad, que me enseñaron más que lecciones, en sus ejemplos de vida, los valores y principios que impregnaron mi personalidad.
Disfruté de su agradable clima, contemplé la belleza de su cordillera desde su colosal altura, su espesa y única neblina mojó mi rostro de joven rebelde en sus noches frías, cuando alegres con mis amigos recorríamos sin miedo y con alegría sus calles empedradas, después de alguna divertida fiesta en su tradicional Club. Y su roja polvareda un agosto seco no dudó en curtir mi frente cuando ya siendo maestra sus más lejanos barrios recorrí.
En Pedro Juan aprendí a ser generosa, su gente es en verdad hospitalaria, cuando te ofrecen una “carona” no te acercan, te llevan hasta la puerta, si necesitas una ayuda te dan dos o tres y más, si llegas a su casa no te invita solo el tereré, enseguida está la feijoada pronta, el postre y un infaltable café, y si llegas una tarde, qué tal un pastel o una coixinha, un en un ratito la picanha con su olor de buena carne te puede enloquecer. Y no puedo olvidar el agua, el agua extraída de entre sus rocas subterráneas, qué cosa más rica y más sana, qué hermosa bendición, el agua de Pedro Juan es lo mejor para beber, bueno; una cervecita estúpidamente fría, también.
En pedro Juan la gente es honesta y muy trabajadora, lucha contra el devenir incierto de la economía que no depende solo de nuestro país, sino también del otro, un día puedes ganar todo y perderlo todo después, aun así la lucha se hace a diario y se progresa con esfuerzo , y perseverancia también.
Pedro Juan Caballero es la tierra de mis mejores amigos, el lugar de nacimiento de mis hijos y mi terruño, donde por primera vez me enamoré.
Por estas y muchas, muchísimas razones, hoy con estos acontecimientos me siento impotente, quisiera tener la voz de sus talentosos músicos para hacer un canto, pero solo tengo mis palabras para expresar mi cariño y mi amistad a todos los pedrojuaninos de bien que viven en ese alejado y por mucho tiempo olvidado rincón del Paraguay, el país que no tiene las autoridades que merece.
La ciudad de Pedro Juan Caballero, NO es la ciudad que está en las redes sociales ni en las bufonas fotos de los grupos de whassapp, ni es la ciudad que pinta una interesada, mediocre y desinformada prensa, ¡NO ES!!!, no es; esa es la ciudad en la que la quieren convertir los intereses mezquinos de algún grupo extraño a ella y a su gente, su verdadera gente.
La ciudad de Pedro Juan Caballero, ¡mi ciudad! es la ciudad del trabajo pujante, de las cosas bien hechas, de excelentes profesionales, de la juventud estudiosa, del fútbol de salón, de la alegría, de la cordialidad, mi valle querido, la ciudad de mi corazón.
La ciudad que me dio todo, la que me hace decir sin recelos, yo soy pedrojuanina por opción.