Las crónicas periodísticas sostienen que murió en Brasilia, en 2006, pero la realidad cotidiana muestra otra cosa. El general Alfredo Stroessner, principal dictador del Paraguay durante la segunda mitad del siglo XX, continúa vivo no solo en la mentalidad de políticos y gobernantes, de policías y militares, sino en la de una buena parte de la sociedad paraguaya.
Lo revela un lamentable episodio ocurrido el miércoles último, en el barrio Obrero de Asunción, cuando el colega Santiago Ortiz, secretario general del Sindicato de Periodistas del Paraguay (SPP), fue abordado por siete policías a bordo de una patrullera de la Comisaría Segunda, quienes lo detuvieron y le exigieron su cédula de identidad.
Ortiz no llevaba consigo la dichosa cédula, por lo que fue maltratado verbalmente, subido a empellones a la patrullera y llevado hasta la comisaría para su correspondiente “identificación”. De nada sirvió que la actual directora de la emisora estatal Radio Nacional, Chony Calderón, acudiera en su auxilio en el momento de su detención, explicando que conocía a Ortiz. Ella también, al igual que otra colega, fueron maltratadas.
La denuncia de lo ocurrido instaló una fuerte polémica en los medios de comunicación y en las redes sociales. Lo llamativo es que una gran parte de la población aplaude lo que hicieron los policías, asegurando que los ciudadanos y ciudadanas tienen “la obligación de portar la cédula de identidad en todo momento”, y que la policía tiene el derecho de llevar preso a quien no tenga consigo el documento.
Es un gran error, que solo se puede achacar a la mentalidad heredada de la época de la dictadura, cuando un ministro de Educación aseguraba que “la calle es de la policía”.
Aunque la Ley 222, Orgánica de la Policía Nacional, establece en su artículo 7 que la policía puede “solicitar la presentación de documentos de identificación personal cuando el caso lo requiera”, no aclara cuál sería este caso, ni establece que se pueda detener a quien no los lleve consigo. Ni siquiera aclara que debe ser la cédula, solo dice genéricamente “documentos de identificación personal”.
El constitucionalista Jorge Vasconcellos aclara que “la identidad es un derecho, no una obligación” y, por tanto, “nadie puede ser detenido por no llevar consigo la cédula de identidad”. De hecho, no hay ninguna ley que obligue al ciudadano a portar este documento en todo momento.
El Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura (MNP), organismo estatal, sostiene que la policía solo puede detener a personas con orden judicial, o cuando sorprende a alguien cometiendo un delito. El colega Santiago Ortiz solo estaba caminando por la calle. En su justificación, el comisario Vidal Achucarro dijo que el periodista estaba “en una zona sospechosa”. Parece que el país entero se ha vuelto “zona sospechosa”.
Afortunadamente, también hay mucha gente que se resiste a agachar la cabeza y decide denunciar estos abusos, o solidarizarse con quienes los sufren. Son los que hacen posible que el dictador que llevamos adentro se vaya muriendo un poco más, cada día.UH
Por Andrés Colmán Gutiérrez – @andrescolman