Un primer vistazo arroja malas noticias. En las últimas 72 horas, la soja se cotizaba en el mercado de Chicago a 312 dólares la tonelada, el peor precio en los últimos cuatro años. Sin embargo, no es así. El mercado de biocombustibles, prácticamente inerte en el Paraguay o con crecimiento cero, podría ser una solución apropiada, especialmente en el segmento del biodiésel, producido en base a soja.
Un primer vistazo arroja malas noticias. En las últimas 72 horas, la soja se cotizaba en el mercado de Chicago a 312 dólares la tonelada, el peor precio en los últimos cuatro años y con perspectivas, según los analistas, de que el grano termine perforando el piso de 300 dólares ni bien se conozcan las proyecciones de la presente temporada en el hemisferio sur granelero. Fuertemente amarrado a la demanda externa, este sector parecería no tener otra salida que esperar la recuperación mundial de los precios.
Sin embargo, no es así. El mercado de biocombustibles, prácticamente inerte en el Paraguay o con crecimiento cero, podría ser una solución apropiada, especialmente en el segmento del biodiésel. Este rubro presenta una serie de ventajas que superan ampliamente las desventajas que ocasionalmente pueden presentarse.
El país tiene una arquitectura legal que fomenta el uso del biodiésel. La ley 2748 de 2005, el decreto 7412 de 2006 que la reglamenta y otros instrumentos dirigidos al mismo fin autorizan a partir de 2009 una mezcla de hasta el 5% de biodiésel que incluso puede llegar hasta el 20%. Un 5% de mezcla demandaría la producción de unos 65.000 metros cúbicos de biodiésel si tenemos en cuenta que el consumo anual de gasoil llega a 1.400.000 metros cúbicos. Y si intentáramos una meta de mezcla como la vigente en Argentina, eso implicaría un mercado de 130.000 metros cúbicos de biodiésel. El año pasado, apenas se produjeron 7.000 metros cúbicos, según datos de la Cámara Nacional de Comercio y Servicios del Paraguay. Es fácil inferir todo lo que se puede crecer en este campo.
Argentina es campeona regional en la materia. Tiene en producción 33 plantas industriales (22 de ellas pymes) que en 2014 lanzaron al mercado 2.500.000 metros cúbicos de biodiésel, un 65% destinado a la exportación. La Cámara Argentina de Biocombustibles llegó, entre otras, a estas dos conclusiones: 1) Industrializando la soja para producir biodiésel, se le agrega valor, diversificando los mercados y reduciendo la exposición a los vaivenes globales de precios. 2) Permite avanzar en la sustitución de importación de gasoil, enriqueciendo la matriz energética con un combustible de producción 100% local.
Estas y otras conclusiones extraídas del estudio de la CAB son absolutamente vigentes para nuestro país. Sólo hace falta apretar el acelerador y hacer cumplir las leyes y decretos dirigidos a crear y consolidar el mercado de biodiésel que solo presenta ventajas: sustituye un combustible importado y contaminante, ahorra divisas, fomenta industrias creadoras de empleo legítimo, genera trabajo agrícola y cuida el medio ambiente. Ante tantas ventajas, la pregunta que cabe hacerse es: ¿Por qué entonces el programa no avanza? Un buen interrogante cuya respuesta está a cargo del Gobierno central. 5dias
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