Si papá o mamá beben alcohol frente a los hijos, estos podrían copiar el hábito a temprana edad
Las autoridades sanitarias recomiendan a los padres evitar la ingesta de alcohol frente a los niños, dejar el mal hábito que luego se extiende al consumo de otras drogas ilegales. La franja de edad de consumidores va de entre los 15 a los 25 años y se dan casos de niños cada vez más pequeños.
El inicio del consumo de alcohol a temprana edad puede ser influenciado por una persona cercana siendo el papá o la mamá los que en la casa dan el ejemplo, advierte la Dirección de Enfermedades No Transmisibles del MSP que confirma que la mitad de las personas que se inician en el hábito de la bebida lo hace a los 15 años y de este grupo un gran porcentaje lo consume en forma nociva.
La recomendación apunta a que el consumo de bebidas alcohólicas no sea un hábito visto como normal dentro de la casa y que los adultos lo hagan frente a los hijos.
El consumo de bebidas alcohólicas también es un factor que genera accidentes de tránsito, principalmente en la franja de edad comprendida entre los 14 y los 40 años; una población muy joven que está en una edad económicamente productiva.
Tanto el alcohol como el tabaco están catalogados como drogas de inicio para luego continuar con la marihuana, dentro del rango de las drogas ilegales hasta llegar al crack se encuentra en franco crecimiento y se convirtió como la más asequible para los adictos a las drogas y por último, la cocaína.
La adicción a estas drogas afecta a niños cada vez más pequeños y la franja mayor de consumidores se centra en edades comprendidas entre los 15 y 25 años. El consumo de alcohol a largo plazo produce enfermedades que son problemas de salud pública como las cardiovasculares, que son las primeras causas de muertes y varios tipos de cánceres. Además, produce trastornos de la conducta que afecta a terceros.
Entre los efectos del crack y que produce serios daños a la salud figuran: estrechamiento de vasos sanguíneos, incremento del ritmo respiratorio, hiperestimulación, comportamiento extraño, errático o violento; irritabilidad, alucinaciones táctiles que crean la ilusión de insectos desplazándose bajo la piel; euforia intensa, paranoia, depresión, pánico y psicosis, convulsiones, ataques y muerte repentina por dosis altas (incluso por una sola vez).