Aunque se han conseguido bastantes avances en términos de reducción de la pobreza gracias al gran dinamismo de la economía y algunos planes sociales implementados en los últimos años, la desigualdad sigue siendo un tema que golpea bastante al país.
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En este sentido, los últimos informes de organismos multilaterales sitúan al Paraguay entre los países de peor distribución de los ingresos en Latinoamérica, que a su vez es reconocida como la región más desigual en este sentido de todo el mundo.
La política fiscal es una de las herramientas que existen para ir zanjando estas diferencias y acercar el nivel de ingresos de la población más vulnerable al de los más acaudalados. Para lo cual se pueden utilizar varios instrumentos que tienen a su vez varios niveles de efectividad en cada país.
Según un reporte publicado recientemente por la Cepal, en Paraguay el instrumento fiscal más importante para reducir la desigualdad es el gasto en educación y en salud.
Los investigadores llegaron a esta conclusión luego de analizar el aporte que tuvieron cinco tipos de programas específicos: las pensiones públicas, los impuestos a la renta personal, el gasto en educación, el gasto en salud y otras transferencias en efectivo.
En base a los últimos datos disponibles, la política fiscal disminuye hasta 5 puntos porcentuales el coeficiente de Gini (el índice utilizado más comúnmente para medir la forma en que se distribuyen los ingresos) de Paraguay, donde cerca del 60% de este efecto está explicado por el gasto en educación. Si a esto se agrega el gasto en salud, este porcentaje es superior al 90%.
Aunque estos datos no son precisamente los más actualizados, por lo que no incluyen algunos de los programas de transferencias que em pezaron a implantarse en los últimos años, ayudan para dejar bien en claro que se debería prestar más atención a los sectores señalados como más importante en este estudio.
MENOS EFICAZ
Aunque los instrumentos de política fiscal ayudan a reducir las desigualdades, la efectividad de este instrumento es una de las más bajas de la región y la más baja de las economías analizadas por la Cepal.
Mientras que en Brasil se consigue una reducción de hasta 16 puntos con los instrumentos, la relación en Paraguay es de apenas 5 (ver detalle en infografía), como se había mencionado.
Así, el Gobierno también tiene un importante desafío por mejorar la calidad de los fondos que destina para los programas sociales, para que tengan un impacto más fuerte en la reducción de la desigualdad y la pobreza.
Situación regional
La matriz de la desigualdad social en Latinoamérica y el Caribe está fuertemente condicionada por su estructura productiva, pero también por determinantes de género, raza y etnia, que se entrecruzan y se potencian.
Como es sabido, América Latina y el Caribe es la región más desigual del mundo en términos de distribución del ingreso. Este rasgo estructural se ha mantenido sin grandes alteraciones a lo largo de mucho tiempo, incluso en coyunturas de alto crecimiento económico.
Sin embargo, a principios de la década de 2000, en la mayoría de los países se inició un proceso de reducción de la desigualdad de los ingresos que pueden medirse en las encuestas de hogares.
Dentro de estos parámetros, la caída de la desigualdad observada en este período modificó la tendencia que había prevalecido durante al menos las dos décadas anteriores. 5DIAS