Los sectores privado y público analizaron los alcances de la normativa e intercambiaron perspectivas. FOTO: Pánfilo Leguizamón
Por Prince Otto y Alba Delvalle
La reforma del impuesto inmobiliario que entrará a regir de pleno desde el año 2016 está siendo bien recibida por los contribuyentes, principalmente de la zona rural, donde se centran las modificaciones de la metodología de aplicación del tributo.
Para conocer las perspectivas, beneficios y cuestionamientos a la Ley Nº 5.513/15 que modifica la base imponible y que faculta al Servicio Nacional de Catastro (SNC) a fijar un monto real del precio de la tierra, conversamos en la Mesa de Negocios del diario La Nación con el economista Aníbal Insfrán (AI); la directora de Catastro, Anatalia Aranda (AA), además con el director de la Unión de Gremios de la Producción (UGP), Ramón Sánchez (RS); el asesor económico de la Federación de Cooperativas de Producción (Fecoprod), Ronald Dietze (RD), y Héctor Cristaldo (HC), presidente de la UGP.
Los participantes coincidieron en que después de 24 años el valor imponible no podrá ser manipulado porque se realizará por el nivel de productividad y ya no por “distrito”, es decir, por su ubicación y capacidad que se hacía hasta este año.
– ¿Cómo nace la intención de aplicar reformas al impuesto inmobiliario?
AA: Mapeamos el valor fiscal, cómo está y aparecieron varios colores en los distritos. El estudio se hizo específicamente por el área rural porque cuando sacábamos la tabla de valores se presentaban muchas críticas y preguntas de por qué en Paraguay es muy baja la tasa y entonces buscamos el porqué y llegamos a la conclusión de que se necesitaba cambiar la ley.
Fijamos una nueva técnica de evaluación, denominada “Zonificación Aptitud Agrológica Natural de los Suelos”, basada en la taxonomía de suelo. Esto sirvió de base para agrupar los distritos y así zonificar el país en cuatro regiones homogéneas divididas por su potencial agronómico, que va desde la tierra agrícola (se le asigna el valor fiscal más elevado), le siguen el campo alto agropecuario y la tierra agrosilvopastoril y finalmente el campo bajo agropecuario que tributa el mínimo.
-Desde el sector privado, ¿cómo ven la nueva metodología de cálculo del tributo?
RS: Realmente había una brecha terrible. El que dice que era justo, no era sí. Siempre existieron personas que se querían aprovechar y hacer un impuesto al patrimonio. Mucha gente te dice “hay que aumentar los impuestos” y te quieren castigar por lo que vale la tierra, lo que invertiste. Creo que el ejemplo, en este caso, fue el diálogo establecido entre el sector privado y el Estado para crear algo que sea proactivo. Creemos que es algo más justo porque hubo un razonamiento.
HC: El sector productivo está de acuerdo. Hay indicadores claros, transparentes para justificar por qué uno paga más que el otro. Creo que es producto de un trabajo serio, se han dado indicadores confiables no manipulables y la idea en general era esa, que ni los contribuyentes puedan influir en la definición del valor ni las autoridades puedan abusar de los criterios par establecer los valores.
RD: Estoy plenamente de acuerdo con la metodología, y me interesa mucho por el hecho de que tiene variables que son estables y que técnicamente son totalmente defendibles como es la propiedad de la tierra. También hay que considerar que es muy positivo el tema ambiental, porque no se le recarga a aquel que mantiene los bosques y la reforestación.
-¿Cuál es la percepción del sector acerca de si será un impuesto a la tenencia de la tierra o al potencial del suelo?
HC: Este es un impuesto a la tenencia de la tierra, no es un impuesto a la producción, no es impuesto al patrimonio ni a la inversión. Para desarrollar el campo vos tenés el suelo, tal como lo recibiste con su potencial natural, que es lo que se utilizó.
Entonces tenés que usar el potencial natural de los suelos como indicador para determinar el valor del impuesto.
Lo del valor, creemos que da una línea de base para partir después de 20 años y podemos trabajar con un indicador que nadie podrá manipular porque el tipo de suelo nadie va a poder cambiar.
-¿El precio de mercado de los inmuebles también debe ser tomado como un componente?
RD: No hay precio de mercado, al menos en la actualidad, donde se experimenta un escenario muy difícil. Mis vecinos me ofrecen sus terrenos y yo no les quiero comprar porque son buenísimos agricultores.
Me dicen “dame nomás el dinero, yo no quiero más porque quiero el dinero para pagar en el banco y dame un poquito más para comprar un terreno en la ciudad”.
La gente de la ciudad piensa en valores y también se presiona mucho desde el exterior.
AI: Siempre hay maneras de medir y buscar un precio de mercado, dentro de ese proceso que no será probablemente el precio mencionado, porque eso no será una condición normal de trabajo para cualquier bien.
El valor del mercado es importante, a pesar de que se cuente con fluctuaciones. ¿Y dónde se debe dar la corrección? En la tasa como factor de corrección del impuesto, que hoy es 1%.
HC: Si vas a poner el valor de mercado, que incluye tu inversión, entonces será un impuesto a la inversión y lo que nosotros necesitamos es desarrollar el campo.
El Chaco tiene 24 millones de hectáreas, 60% del territorio paraguayo con 200.000 habitantes que representa al 3% de la población. Si le ponemos el famoso valor del mercado, nadie se iba ir.
AA: De hecho la ley dice eso, y cada 5 años se estará verificando y Catastro debe tener ya el valor del mercado a nivel nacional. Y consideramos que el valor del mercado es muy importante. Pero como no existe un valor de mercado exacto, Catastro debe tener un valor de mercado a partir de ahora y debe buscar los mecanismos. Entonces, el valor del mercado no deja de ser un parámetro.
-¿Cómo se debería comenzar a trabajar sobre la tasa?
AI: No es fácil definitivamente, pero es encontrar un valor medio y después ver por sobre todo, la alícuota de la tasa a la cual se está de acuerdo para trabajar. Si miramos la estructura internacional, vemos que en los países latinoamericanos están entre 0,5% y 2%.
Lo que hay que tratar de ver es una tasa “justa” pero que no sea prohibitiva y que no genere un incremento de costos muy fuertes para el que quiere producir. En general, 1% es una tasa razonable, simplemente que tenemos que buscar una metodología para la determinación del valor imponible.
-¿Qué aspecto se tiene que corregir o afinar dentro de esta ley?
AA: Creo que esto tiene que dar mayor vínculo de trabajo con los municipios. Catastro es el que va liquidar el impuesto inmobiliario, debe proveer a los municipios de una capacidad catastral que hoy en día no se tiene en varios puntos del país, como ser avances tecnológicos. Esto no quiere decir que se deba descentralizar totalmente, pero sí se necesita que los municipales tengan acceso a estas informaciones así como la parte operativa y eso es lo que se debe desarrollar.
RD: Sabemos que nunca vamos a encontrar una cuestión 100% perfecta. Estamos conformes más aún porque también estamos en la era ambiental, ya que tenemos que proteger los bosques así como la reforestación que es una actividad que tenemos que incentivar. El país depende de la agricultura en el sector primario y de la ganadería, pero la forestal no representa ni el 3% del PIB. Me parece que esta metodología es bastante justa, se va pagar más se va pagar mejor y creo que vale la pena.LA NACION