Hubo muchos gobernantes, en la historia de la humanidad, que han gobernado con un régimen de terror y han durado muy poco tiempo. Stroessner pudo gobernar durante mucho tiempo justamente por armonizar al gobierno con el pueblo y las FFAA.
Solo en Paraguay, antes de la llegada de Stroessner hubo 6 presidentes que no terminaron sus gobiernos: Higinio Morínigo, Juan Manuel Frutos, Natalicio González, Raimundo Rolón, Felipe Molas López, Federico Chávez, derrocado en el golpe de 1954 y donde asumió la presidencia Tomás Romero Pereira, y no Stroessner.
En tiempo de los liberales se manejaron con mayor crueldad. Como dijo Augusto Roa Bastos, “nadie los iguala en crueldad y terror”. Estigarribia incluso instauró en 1940 una Constitución fascista (la cual luego cambió Stroessner en 1967 por una democrática). A pesar de que algunos insisten hoy día en que algunos de ellos son los grandes estadistas del Paraguay, no han hecho prácticamente nada. De hecho, no hace falta creerme a mí, eso es justamente lo que dice uno de los mejores presidentes liberales, Eusebio Ayala, quien escribe en su libro: “no hemos hecho nada” (Patria y Libertad, pág. 204).
A Stroessner se le debe mucho, más allá del progreso material. La mayoría de las leyes son de su gobierno. Contrario a lo que se cree también, en su gobierno aparecieron las figuras intelectuales y artísticas que más renombre nos dieron; sin embargo, en más de 30 años no se ha levantado ninguna figura que alcance a un Luís Alberto del Paraná o a otros tantos escritores.
Gracias a Stroessner hoy tenemos una explotación agrícola excepcional, a pesar de que muchos cuestionen hoy sus reformas agrarias. La oposición rechazó vehementemente que se construyera una ruta desde Cnel. Oviedo hacia la selva. Stroessner argumentaba que “antes de que existiera Asunción, ya estaba el río Paraguay”, y gracias a eso hoy día tenemos a Ciudad del Este, una de las ciudades comerciales con fama internacional.
También se opusieron a Itaipú, pero bien que hoy todos quieren una tajada de las binacionales. ¿Qué sería del Paraguay sin Itaipú y Yacyretá; sin Ciudad del Este y sin la agroindustria? ¿Qué parte de nuestro presupuesto nacional viene de ahí?
Como sostenía Leandro Prieto Yegros, entre los políticos y militares, muchas veces la lealtad pasaba por el estómago saciado y por el dividendo que recibían.