Evaluar lo ocurrido en el transcurso de un año es siempre tarea difícil pero imprescindible para un medio que, como 5días, ha seguido durante los 12 meses cada acontecimiento, sus consecuencias inmediatas y las de mediano plazo sobre la economía.
La edición de hoy encara esa faena con la misión de ser un instrumento de información y análisis sobre lo que nos deja este 2016, ya a una semana de su finalización.
En este reducido espacio editorial hemos optado por elegir un tema que creemos afecta, o toca de cerca, a virtualmente todos los asuntos en los que tanto el sector público o privado se han visto involucrados. Para hacerlo tomamos prestada una definición formulada en nuestra edición de ayer por un CEO del sector bancario: “Para ser tomados en serio, debemos comportarnos como serios”. La expresión, sin duda alguna, es una velada alusión a las marchas y contramarchas que en materia de gobernabilidad protagonizan tanto el Gobierno nacional como la clase política en su conjunto.Los frecuentes encontronazos entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo produjeron, a lo largo del 2016, situaciones que dejan una sensación de desazón e ingobernabilidad que se traslada al día a día en todos sus niveles.
Los campos de batalla son esencialmente dos, con un conjunto de roces agregados sobre los que nos ocuparemos brevemente. La primera contienda se libra en el terreno de la iniciativa oficial de introducir la figura de la reelección del Presidente de la República, hoy taxativamente prohibida por la Constitución. Un sondeo primario hecho en octubre pasado por este diario expresa que ocho de cada diez paraguayos rechaza la idea de que el Presidente sea reelecto. El factor de inestabilidad está agravado principalmente porque el oficialismo insiste en incorporarla por la vía de la enmienda constitucional sobre cuya inviabilidad está de acuerdo la casi totalidad de los especialistas en derecho constitucional. Aún así, con una opinión pública mayoritariamente en contra y regulaciones que no dejan lugar a dudas sobre la imposibilidad de incorporar la reelección enmendando la Constitución, agentes del oficialismo operan abiertamente demostrando lo poco que les importa el marco legal constitucional con tal de conseguir otro periodo para el presidente en ejercicio. Y esto no se ve muy bien desde el exterior.
La otra batalla es la que se da en torno al Presupuesto General de la Nación. Este es un clásico Poder Ejecutivo Vs. Poder Legislativo, pero aunque en otras oportunidades se llegó al borde de su no aprobación, hoy los rumores de veto enturbian más de lo prudente una relación de por sí tirante y de trámite más que difícil. Otro punto en contra para las evaluaciones que desde el mundo se hacen sobre el Paraguay.
Otros conflictos de baja intensidad contribuyen a enrarecer el medioambiente político en el Paraguay. Por una parte, el Congreso le impuso al Banco Central del Paraguay limites en sus gastos de política monetaria, algo considerado un desatino sin precedentes. Pero por el otro, aprueba una ley de bancos que da mayores atribuciones al BCP y permite investigar a intermediadoras financieras privadas sin orden judicial, agregando desazón a un clima que podría haber sido más calmo y predecible.
Este estado de beligerancia política ha prácticamente congelado la evaluación del Paraguay por parte de las calificadoras de riesgo como Moody’s, Standard&Poor’s y Fitch Ratings, que desde enero de este año que termina nos mantienen a un peldaño del ansiado “grado de inversión”. Las tres coinciden en señalar como positivos, en el panorama económico y financiero del país, factores como crecimiento con mayores niveles de inversión, disciplina fiscal y endeudamiento prudente. Pero cuando se llega al clima político, un gran signo de interrogación se abre de inmediato, signo que nos ha mantenido en suspenso durante todo 2016.
Una pesada herencia que la clase política deja para el 2017.