Uno de los dueños de la estancia El Ciervo, que hace una semana fue atacada por tercera vez por el EPP, reveló que miembros de esa banda ahora actúan en camionetas y que casi ya no marchan a pie por el monte. Dijo no saber por qué la FTC no interceptó los vehículos utilizados por los atacantes para huir del sitio.
El abogado Juan Miguel Gorostiaga, quien es el apoderado general de la estancia El Ciervo, que a su vez pertenece a la firma familiar Río Verde SA, habló por primera vez sobre el flagelo que representa para ellos el grupo criminal Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP). Fue el viernes último en el programa Crimen y Castigo de ABC TV, que desde mañana se emitirá de lunes a viernes de 18:00 a 19:00.
Dicha hacienda se encuentra en el distrito de Santa Rosa del Aguaray, departamento de San Pedro, cerca del límite con el departamento de Amambay. Su casco central funciona casi a orillas del río Verde.
De las casi 10.000 hectáreas que comprende, al menos 5.600 son montes prácticamente vírgenes, casi impenetrables y que en los últimos años se convirtieron en “la casa del EPP”, según habían dicho sus propios integrantes luego de sus primeras apariciones en el sitio, en septiembre de 2015, cuando destruyeron un campamento maderero y mataron a dos peones. El ataque del lunes último fue el tercero en la misma estancia.
El jurista Gorostiaga, basado en el relato de uno de sus empleados retenidos, contó que los siete miembros del EPP pasaron la noche previa, el domingo 18 de noviembre, en el predio de la hacienda Paso Kurusu, perteneciente al brasileño Ulises Rodrigues Teixeira, donde faenaron una vaca para cenar. Al amanecer de ese lunes 19, los criminales marcharon 3.000 metros por el monte y a las 08:30 tomaron de rehenes a seis trabajadores que estaban en un campamento maderero.
Uno de los rehenes casi fue asesinado en el lugar, pero lloró e invocó a sus hijos pequeños y entonces le perdonaron la vida, a cambio de que les cocinara.
Vehículos de apoyo
Según el relato que hizo una de las víctimas a su patrón, el abogado Gorostiaga, durante la toma de rehenes apareció en escena una camioneta 4×4, que sería una Mitsubishi “Monterito” o Pajero, verde, en la cual un chofer cómplice de los atacantes se llevó todas las provistas que había en el campamento. Ese vehículo tomó uno de los caminos rurales que conducen a las comunidades campesinas aledañas como Agüerito, Karapã’i, Táva Guarani, Felipe Osorio, 10 de Agosto, Yaguarete Forest o Santa Bárbara.
Tras despachar a su primer vehículo de apoyo, los integrantes del EPP esperaron pacientemente al contratista maderero para el cual trabajaban sus seis rehenes, el brasileño Celso de Campos, quien sin embargo nunca apareció.
El que sí llegó fue su hermano, Valdir de Campos, quien entonces quedó retenido mientras sus seis compañeros fueron liberados.
Antes de que anocheciera, Valdir fue asesinado con 11 tiros y el campamento y las maquinarias fueron quemados.
Tras cometer el homicidio, los miembros del EPP ejecutaron su escape, pero ya no a pie, sino en otra camioneta, que sería Toyota Hilux presuntamente de color dorado, que parecía ser una cero kilómetros, según vio uno de los afectados.
Esa víctima rememoró que la referida camioneta ya estaba estacionada a un costado del monte, a unos 2.000 metros del campamento maderero, como esperando la señal para ir a recoger a los atacantes.
“Antes se movían a pie y de noche. Ahora, al menos este ataque, se hizo con vehículos”, aseguró el jurista Gorostiaga en el programa Crimen y Castigo.
“No sé qué pasó. Sinceramente, a mí me sorprende”. Fue la respuesta que dio Gorostiaga sobre por qué la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC) no interceptó los rodados usados por el EPP.
Lucio Silva
Según el estanciero, el EPP se esconde en El Ciervo gracias al acabado conocimiento del terreno que posee el miembro fugitivo del EPP Lucio Silva, de 60 años de edad, ya que este trabajó varios años en esos montes.
Para tener tranquilidad de nuevo, hay que esperar la muerte natural de Lucio Silva, vaticinó Gorostiaga.
ABC
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