El monseñor Ricardo Valenzuela destacó el alto nivel de acatamiento de la feligresía a las disposiciones establecidas en el marco de la festividad de Caacupé, considerando la atípica coyuntura a consecuencia de la pandemia.
Un ambiente totalmente diferente al de años anteriores se vive en la ciudad de Caacupé, en la víspera de la mayor festividad religiosa del país.
Calles vacías, negocios cerrados y un silencio desolador caracterizan el panorama a estas horas en la Villa Serrana, donde rige un “toque de queda” desde las 18:00 horas.
El obispo de Caacupé, monseñor Ricardo Valenzuela, en entrevista con ABC TV recordó que hace 102 años se había vivido algo similar durante la pandemia de la gripe española. En aquel entonces, el monseñor Juan Sinforiano Bogarín se encontraba ocupando dicho cargo eclesiástico.
“En aquella ocasión el pueblo respondió y hoy puedo decir que el pueblo también respondió”, expresó, destacando el alto nivel de acatamiento a las restricciones impuestas por el gobierno para esta conmemoración.
Valenzuela expresó su gratitud al pueblo por haber cumplido con el pedido de no ir a Caacupé con el fin de evitar cualquier aglomeración, esto atendiendo al potencial riesgo de contagio que ello pudiera representar.
Pese a ello, no ocultó su pesar “por ver así un 7 de diciembre”, con las calles vacías y sin peregrinos que vayan a visitar a la Virgen de los Milagros de Caacupé como ya es tradición en estas fechas.
“Pueblo paraguayo, me siento orgulloso de ustedes por ese acatamiento del 100% por querer salvaguardar la salud de nuestro pueblo. Que bueno es ser paraguayo”, sentenció el obispo al dirigirse a la ciudadanía.