La mayoría de los brasileños que se recibieron de médicos en Paraguay retornan y logran ingresar a sanatorios y centros de salud pública. Advierten que no tienen capacidad para casos de urgencia.
Algunos datos hablan de que el 24% consigue homologar su título de médico –obtenido en una universidad de frontera– en Brasil. Otros estudios aseguran que solo el 5% pasa el examen de “reválida”. Esto supone que la mayoría de los médicos brasileños que se reciben acá, rebotan allá y vuelven: Consiguen guardias en sanatorios privados y contratos temporales en dependencias del Ministerio de Salud Pública (MSP).
Al ser “mano de obra barata”, y en virtud al “déficit de médicos en todo el país”, no tardan en conseguir trabajo, refiere la Dra. Gloria Meza, presidente del Círculo Paraguayo de Médicos (CPM).
Este año –dice– en el Consejo Nacional de Residencias Médicas (Conarem) se inscribieron 2.000 médicos. Había 450 plazas, de las cuales 300 eran para medicina familiar y el resto era para otras especialidades como traumatología, cardiología, etc. “Esto quiere decir que 1.500 no tienen la posibilidad de hacer la residencia, de hacer la práctica antes de salir al mercado como médicos. Ellos, probablemente, conocen lo que es la Medicina en teoría; pero no lo tienen en práctica”, apunta.
Hasta hace 15 días, el MSP registraba a todos aquellos que tenían el título de médico. “Todo sin que hayan tenido residencias, ni nada. Hemos denunciado eso y ahora el ministro (Julio Mazzoleni) sacó una resolución por la cual no se van a expedir registros médicos de aquellas facultad cuyas carreras médicas no estén acreditadas”, anuncia.
Pero, ya hay más de 8.000 médicos registrados entre 2013 y 2019 (ver infografía).
Los brasileños, como no consiguen trabajar en su país, “están siendo empleados no solamente por las empresas de medicina prepaga, sino por el Ministerio mismo: Les da un contrato y trabajan en algún centro de salud”, cuenta Meza al revelar que en los sanatorios privados entran como médicos de guardia.
“Esos médicos no tienen capacitación, lo único que hacen es recibir al paciente, toman sus datos y le hacen más o menos un estudio para ver qué problema tienen. Después le llaman a algún médico que tenga posibilidad de solucionar el problema. O sea, si vos te vas a un sanatorio privado, de urgencia, ellos no pueden resolver el problema. No tienen la capacidad teórica ni práctica para resolver un caso de emergencia”, alerta.
Tampoco tienen –dice– una expectativa laboral satisfactoria. “Se les contrata por tres o seis meses y después no se sabe qué pasa con ellos; no les dan una designación permanente”, relata y agrega que ellos “no pueden operar”. Suscribe que se recibieron de médicos cirujanos, pero no conocen un quirófano.
El mayor problema radica –a su parecer– en el gran número de facultades de Medicina que saturan el mercado. “No tenemos la cantidad suficiente de docentes que puedan tutelar el conocimiento a los estudiantes de Medicina; entonces, de balde se abren las facultades. Hasta hace poco tenía un residente en el Hospital de IPS que ahora es profesor en UniNorte”, tira.
Es decir, se reciben y al cabo de dos o tres años ya son docentes de Medicina.
Estos profesionales son mano de obra barata para estas compañías de medicina prepaga; en algunos casos se les paga en negro. Dra. Gloria Meza, presidenta del CPM.