María José Esquivel, presidenta de Ser. La Nacion
- Por Adriana Zacarías [email protected]
- Foto: GENTILEZA
María José Esquivel enfrentó la pérdida de sus hermanas en un accidente vial, lo plasmó en un libro y recientemente ganó un premio por su obra, considerada de alto impacto social, educacional y cultural a favor de la comunidad.
Basándose en su experiencia, María José Esquivel, presidenta de Ser (Asociación Seguridad en las Rutas), publicó el libro “Belleza inesperada”, que habla sobre la resiliencia que afrontó para poder superar la tragedia de perder a un ser querido en un accidente de tránsito. Desde aquel fatídico día decidió fundar la asociación y transformar el dolor en acción con campañas de concienciación sobre seguridad vial.
La obra fue galardonada en la categoría Autor del Año del premio “Deja tu huella”, de Rebeca Segebre Ministries y Vive 360 Media & Co. María José recibió su reconocimiento en la Expolit, la convención hispana más importante e influyente de la literatura cristiana en Estados Unidos y América Latina. En la oportunidad, el jurado precisó que su obra posee un alto impacto social, educacional y cultural a favor de la comunidad.
Hoy, ella y su familia residen en Nueva York, Estados Unidos, hasta donde llevó Ser para seguir ayudando a otras personas a sanar.
–¿Qué representa para usted concienciar sobre seguridad vial?
–La seguridad vial para mí es como la comida, necesaria en cada familia. La educación vial es necesaria para que nuestros jóvenes y compatriotas no sigan muriendo por algo que puede ser evitado. En Paraguay las estadísticas dicen todo y lamentablemente estamos peor cada año. Evitar que personas sufran lo que nosotros es nuestro motor para seguir trabajando.
–¿Cómo le afectó el accidente que experimentó? ¿Puede relatar lo que pasó?
–Marcó mi vida y mostró mi propósito. El 20 de agosto del 2000 mis hermanas Carmi y Mechi (Carminha y Estefanía Esquivel) fueron de paseo con varios amigos a Valenzuela y ya no volvieron. Desde ese día, mi vida y la de mis padres cambió para siempre. Verlos llorando en medio de cajones, sin saber a quién llorar primero, es un dolor que no puede describirse con palabras.
Esa misma noche, sus amigos crearon Ser y nos invitaron a ser parte como socios fundadores. Al comienzo no trabajábamos mucho, el dolor no nos permitía. Pero con los años pudimos entender, con la ayuda de Dios, que nuestra misión en esta tierra, en honor a ellas, era nuestro testimonio. Descubrimos que la gente nos escuchaba porque lo que vivimos nos daba la autoridad para hablar.
Desde entonces, Ser tuvo varios logros como los primeros controles de alcotest, formar una red por la seguridad vial, ahí nació el Consejo Nacional de Seguridad Vial, hoy la Agencia Nacional de Tránsito y Seguridad Vial, y la principal, la primera ley de tránsito y seguridad vial del país.
–¿En qué consiste “Belleza inesperada” y en qué se inspiró?
–Belleza inesperada es un libro que puede ayudar a encontrar una salida de ese duro proceso de duelo con la ayuda de Dios. Pienso que mi historia y la de mis padres pueden dar esperanza para comenzar a vivir una nueva vida sin la persona perdida.
En una de esas noches de nostalgia por mi familia, mis trabajos por la seguridad vial y mi pasión por servir a Dios, le dije que deseaba hacer algo para servirle y ayudar a las personas como antes lo hacía. Entonces sentí el deseo de escribir y luego de traer aquí Ser. Hoy es Ser USA.
–¿A quiénes dedica el premio y qué significa para usted?
–A mis padres y a todas las familias que hoy tienen un lugar vacío en sus mesas. También a todos esos paraguayos que residen en otros países porque el desarraigo también es un duelo. El premio es otorgado a aquellos autores que crean un impacto social, por ello es un honor para mí ser reconocida. Pienso que mi libro no solo puede ayudar a las personas que pasan por un proceso de duelo, sino también a aquellas que no saben cómo ayudar a su ser amado.
–¿Esperaba el reconocimiento?
–Fue una sorpresa la nominación porque competía con autores distinguidos y de mucha trayectoria en Estados Unidos y Latinoamérica. Cuando me confirmaron que había ganado el premio por el trabajo social que realizamos desde la muerte de mis hermanas, pude sentir en el corazón que cada lágrima derramada en todos estos años fue vista por Dios y que él me decía que estaba ahí y que siempre estuvo para sanar nuestras heridas.
Cuando se lo comente a mis padres, me dijeron que sintieron lo mismo. Nunca nada ni nadie podrá llenar el vacío que ellas dejaron, pero un reconocimiento como este nos dice que la vida es más valiosa y linda cuando damos. Ahora no solo buscamos la seguridad vial, sino que esas personas afectadas sanen accionando a favor de otros. Cada persona tiene un tiempo, pero necesitamos tomar acción para salir de eso.
–¿Cómo fue para que deje Paraguay y resida en Estados Unidos?
–Salimos de Paraguay en el 2015, año en que el gobierno norteamericano me dio una beca para realizar una especialización en seguridad vial en la institución de capacitación del estado. Mi esposo y mi hijo vinieron conmigo. Al poco tiempo, mi esposo obtuvo un buen trabajo en su profesión y atendiendo la seguridad que teníamos y las posibilidades para mi hijo, decidimos quedarnos. Vivimos en Nueva York.
–¿Qué recomienda a quienes necesitan contención?
–Lo primero es no guardarse nada. Cada emoción, en ese tiempo, es válida. Les invito a tomar la decisión de aceptar su nueva vida, aunque sea solo con palabras, y una vez que eso pasa, se puede comenzar a trabajar. Todos estamos expuestos a esto.
–¿Cómo ve hoy la situación en Paraguay en cuanto a seguridad vial?
–En Paraguay tenemos personas comprometidas y es porque ya nos toca de cerca a todos. El problema es que deseamos trabajar separados y es la unidad la que puede hacer que esto cambie o mejore. Es muy compleja esta problemática, pero podemos comenzar con cosas simples como la educación vial, los buenos controles y las sanciones.