En estos días estuve leyendo el libro El País de la Sopa Dura (2010) de Helio Vera y en unos de sus capítulos me entero que al intelectual latinoamericano Francisco Delich se le atribuye la frase: “El Paraguay es el cementerio de las teorías”, frase a lo cual no me adhiero. Al contrario, Paraguay es el escenario ideal para llevar adelante cualquier teoría, en especial las relacionadas al desarrollo económico.
Los que se adhieren a la frase anteriormente citada tienen una óptica y una actitud pesimista y sólo visualizan las debilidades del país. Por otra parte, si nos ponemos a observar de manera optimista y con actitud positiva veremos que nuestro país cuenta con múltiples fortalezas, las cuáles constituyen su potencial nacional, entre las que se pueden citar nuestra ubicación geopolítica estratégica, la abundancia de recursos naturales e hídricos, la biodiversidad, la mayor parte de nuestra población es joven, contamos con energía renovable, nuestro suelo es fértil y apto para la producción de alimentos, estabilidad macroeconómica, baja presión fiscal, cuenta con una de las monedas más estables del mundo, entre muchos otros factores.
Por otro lado es cierto además que la región ha tenido un crecimiento económico sostenido y positivo, pero, no obstante, una cuarta parte de la población vive en condiciones de pobreza y acceso limitado a servicios básicos e infraestructura, a lo cual nuestro país no escapa.
El Foro Económico Mundial Latino América realizado hace unos años en Cartagena de Indias, Colombia, nos deja muchas cosas para pensar y reflexionar, en especial lo relacionado con el capital humano, obteniendo como conclusión en esta reunión que la inversión en dicho recurso redundará en el aumento de la productividad y en la mejora de la competitividad de los países.
Sobre el punto, el gran maestro del management Peter Drucker afirmó: “En el pasado, las fuentes de ventajas competitivas fueron el capital y los recursos; ahora la clave para la competitividad es el conocimiento”.
El Paraguay, con más del 60% de la población joven no escapa a esta realidad y es por ello que debemos tomar conciencia de que en los escenarios actuales, el capital humano es una variable estratégica para el desarrollo económico de los países, lo cual es acentuado ya que estamos inmersos en la sociedad del conocimiento en donde el mismo constituye un factor de producción y es la clave para tomar parte activa en el futuro organizacional y del país y proyectarlas hacia escenarios de actuación deseados.
Por ello, “el conocimiento es el fundamento para edificar un país con capacidad para enfrentar los problemas y los retos del futuro” (AMAYA, Pedro: 2009, p. 63).
En la sociedad del conocimiento se requiere de personas cada vez más y mejor capacitadas para la apropiación y la generación de conocimiento. Los individuos, las organizaciones y las naciones que no inviertan en educación ni en investigación se quedarán cada vez más relegados, dependientes y marginados, y la educación dejará de cumplir su misión social. (BERNAL, Cesar: 2008, p. 5).
Luego de cualquier crisis, sea esta económica, financiera o de cualquier índole, la formación del capital humano requiere un enfoque diferente respecto al desarrollo del talento y del capital intelectual, de modo que se forme a recursos humanos capaces de aprender y desaprender rápidamente para adaptarse a un contexto y escenario que continuamente cambia, tal como lo dijo ya en la antigüedad el filósofo Heráclito de Éfeso (aprox. 540-480 a. de C.): “Lo único constante es el cambio” (GAARDER, Jostein: 2003, p.43).
Esto es cierto aun en el ámbito empresarial donde lo único seguro es el cambio permanente y 100% dinámico, lo cual obliga a los ejecutivos, gerentes y responsables de resultados a dejar atrás paradigmas, pensamientos, creencias y estilos de gestión que se sustentan en sus conocimientos y éxitos del pasado, en vez de actualizar sus competencias profesionales mediante la gestión del conocimiento y la inversión en capital humano. 5dias
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