En una ciudad fronteriza de América de Sur cuyo nombre no recuerdo, o mejor dicho, preferiría no recordar, había una “catedral” que por su puesto tenía su “obispo” y también había una “capilla”, en la que al parecer al “obispo” le gustaba “decir “misa” de vez en cuando.
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Cierto día, ya en horas de la madrugada, cuando ya ni los gallos y menos los curas dicen “misa”, unos policías a bordo de una patrullera que realizaban su recorrido de rutina, divisaron en las cercanías de un conocido supermercado una camioneta Saanyoung, que como dice una conocida cumbia, aunque esta habla de hiedra, “ la camioneta se movía y se movía” , por lo que fueron a verificar qué era lo que estaba sucediendo, porque además no tenía chapa.
Al llegar y curiosear, vieron que una feliz pareja estaba de lo más entretenida y entusiasmada faltando al 6º mandamiento de Dios, y por ende, según la interpretación de las leyes de parte de los policías, cometiendo delito contra el pudor y las buenas costumbres en plena vía pública, por lo que ambos fuero derivados a la sede de la Comisaría correspondiente.
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En dicho lugar, se supo de el Adán de esta historia tenía su “catedral”, o sea que se trataba de un obispo” y que la Eva era apenas una “capilla”. Como el “obispo” era muy un influyente al parecer, y eso lo demostró más adelante, a la hora de hacer el informe policial se lo registró con otro nombre, con el algún “monaguillo” por decirlo de alguna manera, así la “catedral” no se enteraría nunca por donde andaba diciendo “misa” su “obispo”.
Pero la mentira tiene patas cortas y las campanas tañen con más fuerza cuando el “sacristán” tira con mayor fuerza de la cuerda y el repicar se oye desde muy lejos. Eso traducido en lenguaje común, significa que todo el mundo se enteró lo que sucedió y se encargo de darlos a conocer con nombres, apellidos fotografías.
En consecuencia, los dos policías que hicieron bien su trabajo, por influencia del “obispo” fueron trasladados a la capital del país, y difícilmente sea para descubrir más “obispos” dentro de “capillas”.
¿Dónde habrá pasado esto?. ¿No será apenas imaginación de la gente?
Cualquier semejanza con la realidad, no es coincidecnia, es culpa de la reaidad.
Firma: “El manco es un espanto”
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