El sector textil del vecino país, se ha convertido en un mercado creciente para los paraguayos que buscan una oportunidad en el Brasil. En el 2014, unos 7,1 mil paraguayos tenían contratos formales, un volumen de 19,5% mayor que el año anterior y semejante a la cantidad de bolivianos registrados (7,2 mil), según señala el portal web Valor.com.br
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Este avance es en parte resultado de la ley de Amnistía migratoria del 2009, y el tratado de libre tránsito y residencia del Mercosur, que facilita la emisión de documentos a los inmigrantes.
La transformación de la industria textil en la década de los ‘90 explica la incursión de tantos extranjeros en el rubro de confección en São Paulo, que concentra un registro de 42,3% de paraguayos entre los inmigrantes, explicó el sociólogo Carlos Friere.
En aquella época, los paraguayos fueron los primeros contratados para los talleres de costura, que muchas veces eran improvisados y surgieron mediante el proceso de verticalización del sector. A medida en que los pequeños negocios fueron creciendo también aumentaron los trabajos, volviéndose más esclavistas.
“La presión externa del volumen de encomiendas dicta la dinámica de las oficinas”, manifestó Carlos Friere.
“Es un sistema que esclaviza, con los pedidos excesivos”, concuerda el paraguayo Leo Ramírez que trabaja en la sección de producción de una industria textil en el vecino país hace doce años.
EXPERIENCIA
Leo Ramírez es un paraguayo que viajó al país vecino con sólo 18 años.
Cuenta que desembarcó en São Paulo un 25 de enero de 2004. Al día siguiente desde las 7:30 horas ya comenzó a trabajar en un taller propiedad de koreanos, en jornadas de 15 horas y un salario de R$ 250 al mes.
Fue contratado recién en el 2012, luego de concluir la carrera de Relaciones Internacionales, por el consulado de Venezuela. Los años anteriores fueron una sucesión de jornadas exhaustivas con jefes brasileros, asiáticos, paraguayos y bolivianos.
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