La calidad crediticia de las empresas brasileñas se está deteriorando a un ritmo récord, en tanto la parálisis política del país desbarata las iniciativas para combatir una recesión cada vez más profunda.
Standard Poor’s, Fitch Ratings y Moody’s Investors Service rebajaron la nota de 105 empresas no financieras brasileñas entre las tres en lo que va de este año, un promedio de más de dos por día hábil, según datos compilados por Bloomberg. La cifra supera el total de rebajas en los primeros dos meses de todos los años entre 2000 y 2015. La cuenta probablemente siga subiendo en tanto el país no logra enfrentar la ampliación de su déficit presupuestario ante las proyecciones que indican la peor recesión en más de un siglo, según Luciano Rostagno, estratega jefe de Banco Mizuho do Brasil, que ocupa el cuarto lugar en el ránking de los analistas más acertados de la economía brasileña hecho por Bloomberg.
Tras disfrutar del estatus de país con grado de inversión durante siete años, Brasil volvió a bajar al nivel basura en 2015 en tanto el debilitamiento de la economía afectó la recaudación impositiva, lo que volvió más difícil para la administración de Rousseff reducir un déficit récord. Además, la capacidad de Dilma de convencer al Congreso para que apruebe medidas de austeridad quedó corroída por el colapso de su aprobación y por las acusaciones de corrupción contra algunos de sus asesores. 5dias