Las últimas lluvias y sus consecuencias han hecho sonar alarmas en relación con el proyecto de construir cinco edificios para albergar oficinas gubernativas en la confinada y congestionada zona del antiguo puerto de la capital. Todo indica que este proyecto no ha tenido un estudio previo de factibilidad y que si lo tuvo fue deficiente, por decir lo menos. Lo antedicho ha quedado plenamente corroborado con dos recientes hechos incontrovertibles. El primero, la vulnerabilidad del complejo edilicio y de sus adyacencias a las crecidas extraordinarias del río Paraguay, como la registrada últimamente. La segunda falencia del proyecto –ahora de conocimiento público– es que, pese a su elevado costo, se ha descubierto que no incluye las vías de acceso a la explanada de los edificios y que, por tanto, su construcción deberá ser objeto de otra licitación. Aunque la chambonada está hecha y es ya irreversible, es de esperar que las autoridades del MOPC encargadas de la administración del proyecto urbanístico y edilicio, tomen las providencias para que las periódicas inundaciones del río Paraguay no tengan que afectar la explanada de oficinas públicas o hasta ellas mismas, interfiriendo con su normal funcionamiento.
Las últimas lluvias y sus consecuencias han hecho sonar alarmas en relación con el proyecto de construir cinco edificios para albergar oficinas gubernativas en la confinada y congestionada zona del antiguo puerto de la capital. Nuestro diario ha venido criticando duramente la errónea decisión del Gobierno de Horacio Cartes, que empezó a ejecutar su incompetente ministro Ramón Jiménez Gaona, sin dejar de reconocer la conveniencia de concentrar ministerios. Lo que se objetó y se objeta es la falta de visión urbanística y de funcionalidad que implica reunirlos en un conglomerado edilicio ubicado en el más distante y restringido punto geográfico del microcentro de la capital, carente de espacio suficiente para estacionar vehículos y de rápidas vías de acceso y de salida. Se tratará de un grave inconveniente tanto para los miles de funcionarios que allí estarían trabajando como para unas treinta mil personas que, según los proyectistas, acudirán allí cada día con el fin de realizar trámites en las dependencias estatales allí establecidas.
Irónicamente, este proyecto de reconversión urbana impulsado por el MOPC es como el hermano gemelo del metrobús, pues los recursos para financiarlo también provienen del BID y, como en este caso, son administrados según la normativa del banco. Hace casi dos años, el MOPC adjudicó el contrato de construcción del complejo edilicio al consorcio de empresas constructoras conformado por Tecnoedil, Alberto Barrail e Hijos e Itasa Paraguay S.A.. El monto del contrato asciende a G. 478.828 millones (US$ 85 millones al cambio actual), debiendo completarse en 2022. Tras más de un año de habérsele anticipado G. 45.535 millones, el consorcio inició por fin los trabajos de construcción propiamente dichos.
Todo indica que este proyecto no ha tenido un estudio previo de factibilidad y que si lo tuvo fue deficiente, por decir lo menos.
Lo antedicho ha quedado plenamente corroborado con dos recientes hechos incontrovertibles. El primero, la vulnerabilidad del complejo edilicio y de sus adyacencias a las crecidas extraordinarias del río Paraguay, como la registrada últimamente. En efecto, con una altura de 6,60 metros en el antiguo puerto, ya ha inundado la avenida Stella Maris, que es la principal vía de acceso al sitio donde se asientan los edificios en cuestión. Esta vulnerabilidad a las inundaciones coloca al área del enclave edilicio público en una situación de riesgo comparable –salvando las proporciones– a la de las viviendas precarias ubicadas en el barrio Ricardo Brugada (“Chacarita”), en los bañados norte y sur, entre otros lugares anegadizos. La diferencia está en que las secuelas potenciales serán en este caso mucho peores que las sufridas por las familias pobres que no tienen la opción de asentarse en un sitio seguro. El ministro Arnoldo Wiens y sus técnicos hubieran podido rever la ubicación de este complejo ministerial, irresponsablemente escogido por sus antecesores en el cargo. Empero, como en el caso del fallido metrobús, nada hicieron al respecto por alguna razón ignorada, debiendo asumir entonces ante la ciudadanía que son responsables de haber confirmado una decisión a todas luces equivocada.
Como sostuvimos en nuestro editorial del 1 de noviembre de 2016: “Desde el punto de vista de la problemática urbana resulta un absurdo total implementar en el sitio semejante proyecto, con los bemoles del colapsado tránsito automotor, el deficiente control municipal del mismo, la precariedad del transporte público de pasajeros, la falta de calles y avenidas de acceso rápido al microcentro, la carencia de espacios públicos para estacionamiento, etc., etc. No hablemos ya de una gran creciente del río Paraguay, si las aguas llegaran al sitio, como puede ocurrir”.
La segunda falencia del proyecto –ahora de conocimiento público– es que, pese a su elevado costo, se ha descubierto que no incluye las vías de acceso a la explanada de los edificios y que, por tanto, su construcción deberá ser objeto de otra licitación, con lo que la inversión prevista inicialmente para el proyecto aumentará en gran medida, al menos si las vías de acceso van a ser sobreelevadas para obviar las crecidas extraordinarias, como la que se registra en estos días.
Ahora, con el proyecto metrobús virtualmente inviable –pese a la insistencia del MOPC en reactivarlo– la posibilidad de contar con un sistema de transporte público de pasajeros que posibilite el acceso rápido hasta la explanada de los edificios públicos en construcción en la zona del antiguo puerto se ha vuelto incierta. Y aunque existen proyectos alternativos como el fluvial, o a través de un puente sobre la bahía de Asunción, no parece que cualquiera de ellos pueda estar listo en tiempo útil para facilitar el tránsito de personas que necesiten visitar las oficinas públicas que estarán reunidas en ese aislado rincón de la ciudad. En el mejor de los casos, la construcción de la avenida de circunvalación del Acceso Sur podría ser una solución como vía de acceso hasta el sitio. Pero llevará su tiempo para ser completada, por lo que la crisis de acceso al complejo de oficinas públicas subsistirá, tanto para los peatones como para los automovilistas, a quienes les costará mucho hallar un sitio para estacionar.
Aunque la chambonada está hecha y es ya irreversible, es de esperar que las autoridades del MOPC encargadas de la administración del proyecto urbanístico y edilicio, tomen las providencias para que las periódicas inundaciones del río Paraguay no tengan que afectar la explanada de oficinas públicas o hasta ellas mismas, interfiriendo con su normal funcionamiento. Lo decimos porque la imprevisión y la chapucería se han convertido en lugares comunes en un sinnúmero de obras públicas encaradas por el MOPC en los últimos tiempos. abc