Durante el 2015, el valor de las exportaciones de granos de Estados Unidos cayó un 10% mensual y se redujó en U$S 6.000 millones respecto de 2014.
A partir de la sequía de 2012, que provocó una caída de 30% en la producción agrícola de Estados Unidos, los farmers han conseguido las tres más grandes cosechas de su historia en forma sucesiva. La cosecha de soja 2015 fue récord histórico, y la de maíz la tercera en orden de importancia. Al mismo tiempo, la producción de granos se expandió en forma récord en el resto del mundo, ante todo en Brasil, donde crece fuerte la agricultura, y en los países del Mar Negro (como Rusia y Ucrania).
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El consumo de granos prácticamente no ha crecido en Estados Unidos en los últimos 3 años, pero el almacenamiento (stock de reservas) ha aumentado más de 100% desde 2013.
Las exportaciones agrícolas norteamericanas se han visto especialmente afectadas por el extraordinario shock de apreciación del dólar, que se ha valorizado más de un 20% desde julio de 2014, el nivel más alto, en el plazo más breve de los últimos 40 años.
Por eso, las exportaciones de agroalimentos han caído sistemáticamente en este período. El cálculo de la Reserva Federal de Kansas es que las exportaciones de commodities agrícolas y derivados cayeron un promedio de un 10% en cada mes de 2015, en comparación con el año anterior. Significa que las ventas agrícolas al mundo cayeron en valor más de 6.000 millones de dólares respecto de 2014.
La pérdida de competitividad del agrobusiness estadounidense por la valorización del dólar es especialmente significativa frente a la producción del gigante brasileño, donde el real se ha depreciado 70% en los últimos 3 años.
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Hay que sumarle la reaparición de la Argentina en el mercado mundial tras la eliminación de las restricciones a la producción agrícola (eliminación de retenciones y cupos para exportar) que impulsó el nuevo gobierno argentino.
USDA estima que Brasil va a duplicar su participación en las exportaciones agrícolas mundiales entre 2016 y 2020, encabezadas por las de soja, que crecerían más de un 30% en este período.
Al mismo tiempo, la demanda mundial de agroalimentos, con eje en China y otros países de Asia, aumenta por encima de la producción en el mediano y largo plazo. Por eso se prevé que las exportaciones de granos se dupliquen en los próximos 10 años, y que más del 70% de ese incremento corresponda a los granos para la alimentación animal (soja, harina de soja y maíz).
El agro estadounidense experimenta una contracción de sus ingresos en los últimos 10 meses del año pasado, tras la extraordinaria valorización de la tierra agrícola experimentada entre 2009 y 2011 (más de 30%). En este nuevo escenario, el valor de los suelos agrícolas en el Medio-Oeste ha disminuido entre un 6% y un 8% el año pasado.
Este cruce de tendencias revela una situación en la que la demanda mundial crece, la competencia se acentúa y los precios se mantienen bajos en los próximos 3 / 5 años. En este contexto de alta demanda y bajos precios, la única forma de competir es a través de la reducción sistemática de los costos de producción, y un aumento más que proporcional en el nivel tecnológico y de alza de la productividad del conjunto del sistema.
Estos son los términos que desafían al agro estadounidense, el primero y más innovador del mundo, en la etapa 2016-2020.
Fuente: El Rural
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