Esta semana se produjo uno de los hechos más trascendentales en la historia del Paraguay, que tiene que ver con el fallo favorable de la Justicia norteamericana a la defensa paraguaya, en el caso de Gramont Berres. Se trata de la demanda de la empresa aseguradora italiana SACE que pretendía cobrar US$ 100 millones por una estafa cometida por Gustavo Gramont Berres, personero de la dictadura.
Paraguay peleó durante 30 años rechazando la deuda que, aseguraba, se trató de una estafa, a pesar de que hubo algunos políticos y analistas que creyeron más conveniente aceptar la derrota pagando la deuda espuria. Esta postura no fue aceptada por el actual Gobierno, que decidió dar batalla en Estados Unidos, donde SACE presentó la demanda en Washington D.C.
–¿Cómo Paraguay contrajo esta supuesta deuda con bancos suizos?
–Es un caso que lleva 30 años, Gustavo Gramont Berres fue un personaje bastante peculiar, un estafador profesional diría. Cuando llegó a Paraguay se llamaba Benjamín Levy, aquí se cambió el nombre, se casó con la sobrina política de Alfredo Stroessner. De ese modo fue adentrándose dentro del riñón de la dictadura, se hizo nombrar cónsul itinerante ante Suiza y con ese documento se reunió con 10 bancos suizos y con una empresa italiana aseguradora SACE, que dio el seguro para hacer el préstamo. Así consigue que se le otorgue un préstamo de 85 millones de dólares, para su dos empresas particulares (Lapachos SA y Rossi SA), y había fraguado una garantía del Estado paraguayo, para el caso de que él no cumpliera en el pago.
–¿Qué pasó con los US$ 85 millones; dónde fueron a parar?
–Supuestamente fueron para esas dos empresas, pero concretamente no se sabe a dónde fueron a parar, y posiblemente una parte se pudo quedar por el camino, porque el presidente de SACE en algún momento estuvo preso, en Italia, por una causa relacionada a una coima. Por lo cual, no creo que toda la plata haya venido al país.
–¿Cuándo los bancos suizos demandan al Paraguay?
–Gramont presentó una garantía falsa del Estado paraguayo; después de un par de años, obviamente no paga, los bancos comienzan a reclamar al Paraguay. Eso termina en un pleito que duró unos 15 años en Suiza y en tercera instancia de la Corte Suprema de Suiza falló en contra de Paraguay. A pesar de que es un país de primer mundo y serio, creo que en este caso estuvo muy lejos de eso.
–¿Cómo fue para que SACE quede con la supuesta deuda paraguaya?
–Tras el fallo, los bancos y SACE llegaron a un acuerdo y la aseguradora pagó la cuenta, por así decirlo. Luego, SACE es la que nos demanda en Washington que entre capital más intereses supera los US$ 100 millones, que es lo que ahora la Jueza Federal del distrito de Columbia de Washington D.C., Ketanji Brown Jackson, falló a favor de Paraguay. Ella no solo rechaza la ejecución de la sentencia de Suiza, en Washington, que es el punto principal, sino que va más allá y deja sentados ciertos criterios objetivos que favorecen al país y que reivindica la posición del Paraguay.
–¿Cuáles son esos criterios expresados por la jueza norteamericana?
–La jueza Brown Jackson sostuvo que, no puede ser que los bancos no se hayan dado cuenta que Gramont estaba actuando en una transacción particular que solo él se beneficiaba. ¿Por qué?, porque el propietario mayoritario de las dos sociedades era Gustavo Gramont Berres, la presidenta del directorio que firmó el préstamo fue su esposa, y el que aparece con una especie de garantía, invocando la representación del Estado paraguayo fue otra vez Gramont. Señala además, la jueza, que es poco creíble que los bancos antes de prestar la plata no hayan hecho una investigación mínima sobre el solicitante. Cómo puede ser que para prestar tanta plata ni si quiera averiguaron, porque con una simple llamada telefónica a la Cancillería, iban a saber que Paraguay no tenía embajada en Suiza en el momento que se dio el préstamo.
–¿Qué pasó con Gramont Berre, durante este tiempo?
–Entiendo que Gramont ya falleció, pero sí estuvo preso en Paraguay, y cumplió con su condena, por estafa y producción de documentos falsos, durante la década de los ’90. Luego, entiendo que viajó a Europa, donde creo que ya falleció.
–¿Qué implicancias tiene este logro judicial para el país?
–Esto es un gran logro, y en términos futbolísticos, sería como si el club Tacuary le gane al Real Madrid, un país pequeño sudamericano, le ganó a 10 bancos y a una aseguradora europea. Para mí el fallo tiene tres implicancias económicas significancia: una puramente patrimonial que no es poca cosa, primero se ahorró más de US$ 100 millones al Estado paraguayo. Segundo, se evitó la estrategia de la contraparte que era ejecutar la sentencia en EEUU, para poder embargar nuestros fondos en Nueva York, y hacer disparar la cláusula cross default, que tiene todos nuestros bonos, con lo cual Paraguay caería en un default que es una consecuencia económica catastrófica. Tercero, en caso de ser confirmado el fallo, implica que Paraguay va a poder invertir sus reservas a un monto mucho más importante del que invierte ahora. Porque ante el temor de un embargo por esta demanda, los fondos están depositados en un banco de Suiza, donde son inembargables, pero paga un interés casi inexistente. Pero más allá de lo económico, creo también tiene un valor histórico reivindicatorio, así como el Presidente Hayes norteamericano falló a favor de Paraguay en la disputa por el Chaco, hace 140 años. Ahora una jueza norteamericana reivindica la posición del Estado paraguayo y ratifica lo que venimos diciendo en los últimos 20 años.
–¿Paraguay ha tenido otros casos judiciales en instancias internacionales y donde ha perdido o ganado, a más del fallo del presidente Hayes?
–Hasta donde llega mi conocimiento, este es el primer caso que Paraguay gana en el extranjero, después de 140 años, después del fallo del presidente Hayes. No conozco otros casos donde Paraguay haya ganado en el extranjero.
–¿Pero sí hubieron casos donde perdió, cuáles son?
–Sí, claro que tenemos casos perdidos. Por citar dos ejemplos, perdimos una demanda de las empresas SGS y Bureau Veritas, que reclamó al país el incumplimiento de un contrato por unos scaner de aduana, en la década de los ’90. Fueron dos casos que perdimos y mal, y ser terminó pagando 65 millones de dólares aproximadamente.
–¿Después de recibir la notificación de Washington, cómo fue para decidir dar pelea a este caso que llevaba 30 años?
–Se tuvo que decidir qué hacer, porque había autoridades públicas anteriores, y analistas que decían que no valía la pena pelear, sino que se debía pagar la deuda. Presentamos el caso al presidente de la República y él nos dijo en forma contundente que si no correspondía el pago, pues bien, el Paraguay es un país que tiene dignidad y por más pequeño que sea tiene que pelear porque se le reconozca sus derechos. Entonces, la primera decisión, que no fue fácil, fue la de litigar, porque sí hoy perdíamos iban a decir que se perdió plata.
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–¿Cómo fue la selección de la firma de abogados norteamericanos, y cuál fue el costo para el Estado?
–Luego, viajé a Washington D.C., hicimos una investigación en un directorio de abogados que se llama Chambers, que hace un ranking de estudios jurídicos, visitamos tres estudios, y nos quedamos con Williams & Connolly, considerado el mejor estudio en litigios en Washington D.C. Fue el estudio que creyó en la causa de Paraguay, y pasaron un presupuesto que fue casi un tercio de lo que pasaron los otros dos, y de lo que terminó pagando la contraparte. Hasta ahora el Estado, pagó un poco menos de 500 mil dólares, y si no se apela, será lo único que se pagará.
–¿Ahora como prosigue este caso?
–La contraparte tiene tiempo de apelar hasta el 20 de abril. Si ellos apelan, pasará a la Corte, en el octavo circuito de Estados Unidos, donde un panel de tres camaristas van a decidir sobre la apelación. Personalmente, no creo que apelen, porque en EEUU se lee bien la sentencia, se razona, no se apela automáticamente. La sentencia es muy contundente, y casi no deja ni un margen de dudas. Además, tenemos la opción de hacer movidas diplomáticas con la República de Italia, para que ellos entienda que hay una sentencia de un tribunal imparcial, que le dio la razón a Paraguay.
–¿Algo más que quiera resaltar, o destacar a su equipo de trabajo?
–Quiero resaltar a aquellas personas que durante años han defendido la posición correcta de Paraguay, entre ellos, el ex canciller Luis María Ramírez Boettner, que creo es uno de los más felices por este resultado, hablé con él tiene 99 años, pero mantiene mucha lucidez, y manifestó su felicidad por el resultado. Al embajador Luis Enrique Chase Plate, que siempre peleó por la causa paraguaya y nuestro actual canciller, Eladio Loizaga. Y si bien, queda mal, pero es la verdad, mi propio padre José Antonio Moreno Rufinelli, en su momento de canciller, y el doctor Benigno López, quienes defendieron al Paraguay. No quiero olvidar a mi equipo de la Procuraduría General, que fue una institución que siempre fue relegada, y esta victoria le da un espaldarazo al trabajo de 150 jóvenes abogados que están tratando de hacer historia.LN