AWS supuso el 63% del beneficio de la compañía en el último año. Andy Jassy, el hombre que pilota este lucrativo negocio desde sus orígenes, ha sido nombrado heredero del imperio del ‘e-commerce’.
En muchas ocasiones el jefe, es directamente, la empresa. Liderazgos omnipresentes a ojos del común de los mortales, que ayudan a afianzar los éxitos de las compañías, pero que muchas veces parecen una extensión más de su existencia. Una dependencia que se materializa en las dudas que surgen cuando deciden echarse a un lado. Se ha visto en negocios de todo tipo y nacionalidad. Apple y la muerte de Steve Jobs, IKEA y el paternalismo de Ingvar Kamprad, Ford, Disney… La imagen de Amazon es indisoluble, por ahora, de Jeff Bezos, el hombre que montó una librería ‘online’ en un garaje en 1994, algo que con el paso de los años acabaría convirtiéndose en la mayor empresa de ‘e-commerce’ del mundo y en un gigante de los servicios web.
Por eso que este martes el magnate de Seattle dijese que tras 27 años dejaba el mando de la empresa, algo que pilló a muchos por sorpresa, fue una noticia mayúscula. Una noticia mayúscula que tenía otro protagonista además de Bezos, que seguirá teniendo influencia en Amazon a través de una presidencia ejecutiva, similar a la que moldeó Bill Gates cuando decidió dar paso a Steve Ballmer al frente de Microsoft.
Jassy, un hombre de la casa
Bezos depositará, a partir del tercer trimestre, su confianza y el timón de su imperio en Andy Jassy. Este ejecutivo es un hombre de la casa que lleva también toda su vida profesional militando en la compañía y que ahora tendrá que gestionar un legado único: dirigir la tercera empresa más valorada del mundo (detrás de Apple y Google) en un momento clave. Su negocio está en máximos históricos, con una salud de hierro como han dejado ver sus últimos resultados, pero afronta amenazas palpable para su futuro: la investigación en EEUU (también hay una en marcha en Europa) por prácticas monopolísticas y la sombra de un posible troceo.
Es obvio que Jassy no tiene el nombre ni la fama de Bezos. Pero dista mucho de ser un ‘ejecutivo-fontanero’ que ha actuado durante años entre bambalinas. Su papel en Amazon ha sido más bien el de un Karanka. No tenía el papel principal, pero sí mucho protagonismo. Y lo tenía porque ha sido el encargado de manejar Amazon Web Services, la cara oculta del emporio norteamericana.
Jassy, de 53 años de edad, es un hombre de la casa. Ingresó a Amazon en 1997, tan solo tres años después de su fundación. Llegó directamente de la Escuela de Negocios de Harvard, donde había estudiado tras haberse graduado a principios de esa década en la Universidad de Harvard. Y ha permanecido allí sin interrupción hasta el día de hoy. Fue pilotó AWS desde el comienzo, aunque recibió un espaldarazo público al recibir el cargo de CEO de dicha división en 2016, lo que le colocó directamente en la línea sucesoria.
Este ejecutivo pertenece a un grupo de trabajo compuesto por hombres de confianza de Bezos, conocido como el ‘S-Team’, una suerte de consejos de sabios donde se cocinan y se decide acerca de movimientos clave para cualquier división de la empresa. Esto le otorga a Jassy también una visión completa del negocio de logística, a pesar de no ser su ocupación personal. En la nómina del ‘S-Team’ también estaba Jeff Wilke, su homólogo en el negocio de ‘e-commerce’. Su anuncio de que dejaría la compañía en 2021 despejó la designación de Jassy hasta el punto de que ‘The Washington Post’, propiedad de Bezos, llegó a afirmar que era el “heredero” más lógico.
Jassy tomó las riendas de AWS en 2006. Eran tiempos en los que se empezaba a masticar la idea de que la infraestructura de servidores y almacenamiento podía ser un lastre para muchas empresas. Cambiar las máquinas propias que hay que mantener, actualizar, refrigerar y almacenar por equipos arrendados a un tercero. En ese sentido, las ‘startups’ se dibujaban como el cliente perfecto.
AWS: el gran negocio
El transcurrir de los hechos bendijo esta apuesta. Aquellas pequeñas empresas de corte tecnológico engordaron hasta convertirse en algunos casos en multinacionales cotizadas. Sin embargo, esa nueva condición no les hizo apostar por un modelo ‘in house’, sino que siguieron confiando a Amazon estos cometidos. Eso fue algo clave en el crecimiento de AWS, que había empezado la carrera de la nube antes de que Microsoft, Google o Alibaba decidiesen ponerse en la línea de salida.
Todo el mundo asocia la marca al comercio electrónico, pero su negocio más lucrativo es este. El motivo: es mucho más fácil de escalar el alquiler de servidores y prestación de ‘servicios cloud’ a empresas de todo el mundo. Se calcula que un tercio de internet depende de ellos, ya que manejan una cuota del 30%, según diversas consultoras. La segunda es Microsoft, con un 20%. Amazon ganó 17.700 millones en 2020. AWS, que ingresó más de 45.000 millones, colaboró a esta cifra con 11.251 millones de beneficio neto. Eso quiere decir que esta división generó 6 de cada diez euros que ganó la compañía en 2020.
Los que siguen el trabajo de Jassy destacan su papel no solo en la concepción de los productos o la hoja de ruta, sino por su capacidad de atraer clientes más de cierto tamaño. Apple, Netflix, Pinterest, la Agencia Nacional de Inteligencia, Snowflake o Slack son algunos de los que están en su cartera de servicios. En España, BBVA es su cliente más notable, aunque alojan miles de plataformas, dando soporte a varios entes públicos, medios de comunicación e incluso Forocoches.
Con el paso del tiempo, este directivo hizo virar también la dirección de AWS. Pasó de ofrecer almacenamiento en la nube a ofrecer un completo abanico de 175 funcionalidades desde servicios de inteligencia artificial como base de datos o herramientas de análisis a aquellos que utilizaban su infraestructura. Eso les colocó directamente en la misma liga que Oracle o IBM.
Jassy no ha sido un perfil discreto. Ha protagonizado sus bolos mediáticos. El más sonado fue la polémica que generó al defender el ‘software’ de reconocimiento facial de la compañía, que fue suministrado a la policía, sin establecer cláusulas éticas o de control, algo que fue ampliamente criticado. Además atacó al expresidente Donald Trump, al que acusó de ser el responsable de que se perdiese un contrato con el Pentágono, únicamente por la animadversión y “desprecio” que tenía el mandatario por la compañía.