En la capital de Guairá, los pobladores anhelan que este tradicional medio de transporte de la ciudad, aún vigente, sea declarado como patrimonio vivo del Paraguay, al cumplirse cerca de 84 años de su uso.
Pobladores de la ciudad de Villarrica, Departamento de Guairá, buscan que el karumbe, un tradicional medio de transporte de la zona que aún sigue vigente, sea declarado como patrimonio vivo del Paraguay, al cumplirse cerca de 84 años de su uso.
La propuesta fue elevada por la Dirección de Cultura de la Comuna villarriqueña ante los organismos del Estado paraguayo, cuyos representantes se constituirán hasta la capital guaireña para corroborar los documentos con que se cuenta una vez estos puedan interiorizarse sobre la historia de este típico medio de transporte.
María Sol Arrúa Ayala, secretaria de la Dirección de Cultura, informó que Villarrica tiene muchas riquezas, como el karumbe que ha sido testigo del crecimiento de la ciudad y, por sobre todo, en la manera que ha evolucionado el transporte en general.
“En enero se presentó la solicitud de declaración ante la Secretaría Nacional de Cultura y estamos trabajando mano a mano con los karumbeceros para poder demostrar que esto sigue vigente, enaltecer e incentivar el turismo por medio de los que aún continúan con esto que tanto identifica a Villarrica”, indicó Arrúa Ayala.
Por su parte, Celso Acuña, presidente de la Asociación de Karumbeceros, dijo a Última Hora que hace más de 100 años que este medio de transporte a tracción con caballo está vigente en la capital guaireña, brindando una alternativa tanto para paseos como para transporte de bultos o cargas.
Sobre esta propuesta de la Dirección de Cultura dijo sentirse privilegiado, ya que este medio de transporte es parte de sus vidas desde niños prácticamente y tener un reconocimiento a nivel nacional significará un gran impulso del turismo regional.
Comentó que con la construcción de la nueva terminal, algunos quedaron en el centro y otros en la estación provisoria ubicada en el barrio San Miguel. Acuña mencionó que los caballos tienen nombres como Mariposa, Socotroco, Ponzoña, entre otros, y que cada uno es cuidado y alimentado por su dueño. Los trabajos con los karumbes se extienden hasta el mediodía, a modo de no exponer a muchas horas de esfuerzo a los animales. Con los años, algunos caballos tuvieron que ser retirados.
Un paseo cuesta desde G. 15.000 a G. 30.000, dependiendo de la distancia o minutos de recorrido, ya que algunos solamente desean conocer las plazas de la ciudad, el Parque Manuel Guerrero, iglesias, las antiguas casonas o calles, monumentos, entre otros, como parte de una jornada turística.
“Prácticamente nací entre karumbes y la primera vez que manejé uno de ellos fue a los ocho años. Dejé un tiempo, pero hace como 30 años sigo trabajando en esto y lo seguiré haciendo porque tengo a varios nietos conmigo que mantener, incluso hay uno más en camino”, indicó muy emocionado.
El karumbe está vigente desde el año 1940 y la historia se inició bajo la iniciativa de don Trinidad Benítez, quien vio la falta de taxis en la ciudad y se organizó con algunos vecinos para la adquisición de estos vehículos.
Con el paso del tiempo, organizaciones animaleras se han mostrado en contra del uso de caballos para estos fines e incluso han pedido mayor control o un alto definitivo, proponiendo el uso de motocarros que puedan suplantar a los animales. uh