La cadena de la carne en el Paraguay está en camino de consolidarse en un área que a nivel mundial ocupa lugares cada vez más importantes. También tiene ventajas amplias en cuanto a costos de producción y puesta del producto final en los mercados mundiales. Pero esa es una carrera de resistencia, no de velocidad, que los productores e industriales deberán saber correr para ganarla.
La cadena de la carne en el Paraguay está en camino de consolidarse en un área que a nivel mundial ocupa lugares cada vez más importantes. Nos referimos a la producción de carne orgánica, es decir, producida en condiciones de absoluta prescindencia de coadyuvantes farmacológicos para el desarrollo de los animales destinados al sacrificio, en especial, antibióticos y hormonas. Estas drogas que desde hace décadas garantizan la salud humana y animal, son usadas entre los grandes productores mundiales de carne para acelerar el crecimiento de los animales de cría, acortar periodos de maduración y disminuir costos de producción. Su uso está muy extendido en ciertos países que concentran la cría en fincas de confinamiento en donde los animales se desarrollan en un reducido espacio a fin de limitar su consumo de energía y completar su terminación para faena en corto tiempo. Las organizaciones mundiales que velan por la salud humana y también por el bienestar animal, han puesto en marcha programas muy agresivos destinados a alertar sobre los peligros que tiene para las personas la ingestión de carne –tanto bovina, como aviar, porcina y de otras especies- producida con el uso extensivo de estos productos medicinales. Uno de esos peligros es que el desarrollo de nuevas cepas de bacterias resistentes a los antibióticos más comúnmente usados, con el consiguiente riesgo de que infecciones antaño controlables con antibióticos hoy se vuelvan incontrolables.
El Paraguay tiene, frente a este peligro cuya extensión es cada día más preocupante, una ventaja clara: prácticamente toda la producción de carne bovina se realiza a pasto y campo abierto, sin uso de coadyuvantes farmacológicos y resguardando los umbrales de sanidad e inocuidad que debe tener un producto destinado al consumo humano.
La siguiente etapa en la que está embarcada la cadena de la carne es lograr la certificación de la mayor cantidad posible de fincas dedicadas a la producción de ganado de carne y leche bajo estas condiciones ventajosas. En Estados Unidos, el más grande productor de proteína roja del mundo, la producción de carne orgánica es una tendencia creciente pero que no ha logrado desbancar a la de producción tradicional. Debido a los altos costos de producción, un kilo de carne fresca producida en feed lots (confinamiento) costaba en julio pasado alrededor del equivalente a 60.000 guaraníes el kilo mientras que la carne orgánica tenía un precio de entre 30 y 80% mayor, según datos del Wall Street Journal.
Estos no son más que datos referenciales que indican una relación y una tendencia. La cadena paraguaya de la carne tiene ventajas amplias en cuanto a costos de producción y puesta del producto final en los mercados mundiales.
Pero esa es una carrera de resistencia, no de velocidad, que los productores e industriales deberán saber correr para ganarla. 5DIAS
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