Un estudio, encargado por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), registró la desaparición de 800.000 ejemplares de árboles autóctonos en los últimos cinco años. Esto tiene lugar en varios sectores dentro de la reserva natural privada Morombí y afecta a 3.000 hectáreas, según explica Óscar Rodas, gerente de Cambio Climático de WWF Paraguay.
Una serie de funestos efectos –menciona Rodas– acarrearía esta indiscriminada tala ilegal que se viene denunciando desde 2014.
La vista satelital (ver foto inferior) avizora un panorama dantesco: desde la desaparición de toda la biodiversidad, flora y fauna de la zona (hogar del yaguareté, Panthera onca, especie en peligro de extinción) hasta la contaminación de humedales tributarios de una de las más grandes reservas mundiales de agua dulce.
Ocurre que dentro de esta reserva, que es la de mayor superficie del Bosque Atlántico por detrás de la reserva del Mbaracayú, existen dos lugares de recarga del Acuífero Guaraní, la segunda reserva del agua dulce más importante del mundo.
De las 33.000 hectáreas que tiene Morombí, 25.000 hectáreas “son puro bosque, lo más diverso que se tiene en esta parte del continente, incluso más que el Amazonas en cuanto a árboles nativos, señala Rodas. El resto son humedales que sirven de afluente al depósito subterráneo de agua.
El experto explica que los sitios de recarga son el “filtro natural”, donde penetran las aguas al subsuelo y recarga al acuífero que Paraguay comparte con Brasil, Argentina y Uruguay. “El acuífero es como una gran bolsa de agua que si se elimina el bosque que protege las zonas de recarga, puede contaminar el acuífero y eso ya es irreversible”, advierte.
Dentro de la reserva Morombí, además, se produce el 60% del caudal del río Acaray que provee de energía a la única hidroeléctrica en territorio soberano, y que es la represa Acaray.
IRREPARABLE
El estudio señalado al inicio, elaborado por la ingeniera forestal Victoria Soerensen, da cuenta de que al menos 400 árboles por día se han perdido en Morombí.
“Es un daño grave a un patrimonio natural genético. Queda todavía un sector oeste de la reserva bastante íntegro; pero al ritmo que va eso podría quedar totalmente afectado en menos de dos años”, alerta Rodas.
Tanto al noreste como al sureste de la reserva son los puntos más afectados ante la ocupación y actividades ilícitas (carboneras y plantaciones de marihuana).
“Este proceso de depredación provocará que la reserva pierda su equilibrio natural e ingresará en un proceso de degradación de bosque que puede ser definitivo; no va a poder recuperarse porque los árboles de mayor tamaño van a ser talados”, dice y pasa a enumerar las consecuencias que se avizoran si no se detiene la tala.
“Produciría un desequilibrio en el clima, una pérdida en la calidad de los recursos hídricos, colmatación de manantiales, la contaminación de acuíferos, pérdida de vida silvestre (yaguareté, yvyra campana), de recursos genéticos para desarrollar emprendimientos agroforestales sostenibles con la comunidad”, enumera.
WWF hizo un estudio que arrojó que el Bosque Atlántico es una de las 200 ecorregiones más importantes a nivel del planeta en cuanto a diversidad biológica.
“Eso da para dimensionar lo que estamos perdiendo desde el punto de vista ambiental y cultural”, sostiene.
SALIDA
El camino para evitar la catástrofe –plantea– es el “diálogo” entre las autoridades del Gobierno y los pobladores de la zona de amortiguamiento de la reserva.
“Finalmente, las poblaciones rurales, las familias campesinas, si llegan a un diálogo con los administradores de Morombí, el Gobierno establece un diálogo, ese potencial ambiental (agua, clima, yerba mate, hierbas medicinales del bosque, ka’a he’ê) puede ser aprovechado de una manera racional”, postula sobre lo que llama “productos no maderables” del bosque; así también se pueden usar los recursos con fines turísticos e investigación científica.
Recuerda que los municipios tienen el mandato de promover un plan de desarrollo sostenible para mejorar la calidad de vida a largo plazo de sus poblaciones.
“Hay que cambiar el paradigma de tumbar bosques para satisfacer necesidades muy a corto plazo y dejar de lado la planificación”, concluye.
Tala. En dos años, la masa boscosa de la reserva Morombí puede desaparecer, según alerta la WWF.
Daño. Esta expoliación de los árboles propiciará el deterioro de las aguas subterráneas de la zona. UH