Se comprende y aprecia el trabajo profesional de quienes han asumido el compromiso de contribuir a frenar el cambio climático. Pero no vayamos más allá de lo lógico y prudente. El Paraguay tiene credenciales científicas, morales y políticas suficientes para poner un límite en su territorio a estas normativas que comienzan a ser violatorias de la soberanía de un país que ha sabido ganarse la suya con sangre, sudor y lágrimas. S
Decíamos hace algunos días en este espacio editorial que el Paraguay no solo no es deudor en términos de preservación medioambiental sino que hasta es acreedor, tomando en cuenta algunos parámetros. Con lo que el país ahorra en emisiones de CO2 por producir toda su energía eléctrica mediante complejos hidráulicos, ha acumulado crédito suficiente para muchos años en el denominado “mercado del carbono”.
Pero ahora nos enteramos, gracias a la actitud alerta y analítica de especialistas en la materia, que el Gobierno nacional piensa ofrecer en la conferencia de París de noviembre-diciembre próximo un Plan Nacional de Desarrollo con dos componentes de reducción de gases de efecto invernadero que se erigen como directas trabas al desarrollo. De hecho, la SEAM ya se comprometió ante la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC) en su reunión de Bonn del 2 de octubre a incluir dos acciones concretas dentro de su PND-2030, a saber: a) Aumentar la superficie de áreas forestales sujetas a conservación lo cual cerraría prácticamente el Chaco a nuevos desarrollos agropecuarios y forestales, manteniendo intocado un porcentaje de bosques muy por encima de la media mundial. b) Reducir para 2030 el uso de combustibles de origen fosil en un 10% voluntariamente y otro 10% sujeto al flujo de inversión extranjera. Lo curioso y contradictorio de este PND a exhibir en la reunión de París es que se habla de un crecimiento anual del PIB del 6% cuando lo que se está haciendo es cerrar el Chaco a la producción y limitar el uso de combustibles fósiles sin haber siquiera presentado en sociedad una nueva matriz energética que haga razonablemente accesible la meta de un sustancial crecimiento de las energías alternativas (fotovoltaica, eólica, biocombustibles, etc.).
¿De dónde sale esta “estrategia” de ir ya entregados a estas conferencias del “cambio climático” en las cuales los principales contaminadores (EE.UU., China, EU, Rusia, India) se permiten marcar pautas y ordenar destinos a naciones que, como el Paraguay, contribuyen a la emisión de GEIs en un irrisorio 0,1% mientras que los cinco antes citados despachan a la atmósfera el 56% de esos gases?. Resulta que ahora los paraguayos no podremos tocar un metro más de tierra en el Chaco porque asumimos un compromiso descabellado e insostenible que nos ata de pies y manos en nuestro impulso de seguir avanzando entre los grandes productores mundiales de alimentos.
Se comprende y aprecia el trabajo profesional de quienes han asumido el compromiso de contribuir a frenar el cambio climático. Pero no vayamos más allá de lo lógico y prudente. El Paraguay, lo repetimos, tiene credenciales científicas, morales y políticas suficientes para poner un límite en su territorio a estas normativas que comienzan a ser violatorias de la soberanía de un país que ha sabido ganarse la suya con sangre, sudor y lágrimas. Sepamos decir no en el lugar y la hora que correspondan. 5DIAS