Durante todo el año, la piel está expuesta a factores externos que pueden dañarla. Sin embargo, esto puede intensificarse con la aparición de las temperaturas extremas. La humedad en verano, y el viento y el uso de la calefacción en invierno son algunos de los motivos por los que el aspecto de la cutis puede cambiar.
La dermatóloga Rocío Marecos señala que el cuidado de la piel debe ser diario y durante los 365 días del año. “Con la piel, no debemos dejarnos estar. Lo básico para cuidarnos la piel en el frío es tener un hidratante facial y corporal y el siempre infaltable protector solar”, indica.
Para este clima recomienda especialmente un limpiador suave, del tipo syndets – detergentes sintéticos o también llamados jabones sin jabón – que son limpiadores respetuosos con la piel. “El uso de un hidratante por las mañanas es fundamental, así como la aplicación del protector solar luego de este. Por las noches es bueno agregar un antioxidante antes del hidratante”, menciona.
La especialista explica que tanto el jabón suave (tipo syndets) como la crema humectante mantendrán intacta la barrera cutánea – una capa compuesta por ácidos grasos y ceramidas que envuelven la piel – que sirve de defensa contra los virus y las bacterias.
Además, sugiere que las duchas sean cortas y con agua no tan caliente; que ante la aparición de acné o rosácea, se puede aplicar compresas de té de manzanilla o té verde como antiinflamatorio y que los que tienen la piel muy seca y usan mucha calefacción, deben colocar humificadores. LA NACION