El político conservador brasileño Jair Bolsonaro es el nuevo presidente de la democracia más grande de América Latina y su advenimiento en la conducción del Brasil significará un fuerte giro a la derecha en su relacionamiento internacional. Puede esperarse de él una fuerte apuesta por la empresa privada con énfasis en los intereses brasileños, que puede tener consecuencias en el Mercosur y en el Paraguay. Por ello, la ascensión de Bolsonaro a la presidencia del Brasil tendrá una fuerte incidencia en nuestro país y será uno de los grandes retos que deberá afrontar Mario Abdo Benítez.
El nuevo gobierno llegó al poder debido al cansancio del pueblo brasileño de los desaciertos y la corrupción de los gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT) y es una búsqueda de nuevos caminos apostando al perfil ultraconservador de los que admiran el militarismo, la mano dura, incluso con nostalgia de la dictadura de décadas pasadas.
La derrota del candidato izquierdista, Fernando Haddad, representa la culminación de la caída del PT, que comenzó con el impeachment a Dilma Rousseff en el 2016 y continuó con el encarcelamiento de Lula da Silva por corrupción. Pero con la cantidad de legisladores que todavía tiene junto con sus aliados será el principal enemigo del nuevo gobierno que asumirá en enero. El PT tendrá que reinventarse de algún modo y buscar alianzas para seguir subsistiendo con cierto peso en la política brasileña.
En lo que concierne a Paraguay, los asuntos económicos y energéticos son los más importantes puntos de la agenda de relaciones con Brasil, que es el principal comprador de productos paraguayos, ya que el 32 por ciento de nuestras exportaciones van a ese mercado, que está cerca de los 3.000 millones de dólares anuales. Se estima que las ventas paraguayas no corren riesgo alguno, pues son productos que Brasil necesita.
En el campo de la maquila, podrían esperarse algunas novedades, pues actualmente en Paraguay existen alrededor de 150 empresas de capital brasileño que terminan de industrializar aquí sus artículos para reenviarlos al Brasil. Esta industria cada vez más floreciente exportó el año pasado por 400 millones de dólares y está dando empleo a más de 16.000 trabajadores. Las ventajas que ofrece nuestro país en este campo son tan grandes que no se esperan sorpresas.
Se considera que la fuerte presencia de militares de derecha en el nuevo gobierno de Brasilia podría tener una inevitable incidencia en el tema de Itaipú, cuyo tratado debe renegociarse en el 2023, apenas termine Bolsonaro su mandato en el 2022. Será la batalla más dura que deberá librar el Gobierno paraguayo, conociendo la posición castrense en este asunto.
El comercio fronterizo también podría verse afectado por una mayor mano dura del nuevo gobierno. Este sector mueve alrededor de 3.000 millones de dólares anuales y afecta a mucha gente, por lo que representará un capítulo de relevancia. Es un tema que pondrá en juego la capacidad de las autoridades paraguayas.
El gobierno de Bolsonaro será sin duda uno de los desafíos más relevantes para la administración de Mario Abdo Benítez, por lo que deberá prepararse con mucho profesionalismo para encararlo. Tendrá que convocar a las mejores mentes y a las personas más capaces y patriotas para el reto. Porque dependerá de la habilidad de los negociadores y de la sabiduría de nuestras autoridades para consolidar las ventajas que tenemos con el vecino país y para obtener nuevos beneficios en el futuro.
En los dos meses y medio de gestión, la nueva administración estatal ha cometido algunos gruesos errores en el campo exterior que hacen temer por el futuro si no corrige su política. Pero estamos todavía a tiempo para encarar los nuevos desafíos si hay suficiente patriotismo en la conducción del país.
LA NACION