Mañana se llevarán a cabo los alegatos en el caso donde se encuentran 11 imputados de cuatro nacionalidades distintas, acusados de integrar una organización que utilizaba dos estancias en las cercanías a Santo Tomé, para la operación de avionetas cargadas con drogas.
Esta organización transnacional, según la investigación que llevó adelante el fiscal Schaefer, estaba liderada por Carlos Elías Pacheco, un consignatario de hacienda oriundo de Santo Tomé. Este hombre era quien, se presume, mediaba en la cadena del tráfico de estupefacientes junto con Silvio Lima Borges, brasileño, quien se encuentra prófugo, informó el diario El Libertador.
Según la Administración Federal de Ingresos Públicos (Afip) el valor de la droga ascendía a los 35.000.000 de pesos. El fiscal Schaefer dijo en exclusiva hace unas semanas a Radio Dos que esta organización realizaba dos o tres vuelos por semana, por lo que se presumen que llegaban a esos campos más de cuatro toneladas de cocaína por mes. Para controlar esa cantidad de droga, en el casco de la estancia había hombres armados con fusiles, equipos de comunicaciones y visores nocturnos.
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Los aterrizajes en el establecimiento ganadero Santa Úrsula, un predio arrendado por un ciudadano brasileño, situado sobre la Ruta Provincial N° 12, en Corrientes, se repetían los miércoles y jueves. Era una situación extraña, sobre todo porque en el campo no había vacas, pero sí hombres armados que custodiaban las aeronaves en las que se transportaba por semana una tonelada de cocaína desde Bolivia.
El movimiento alarmaba a los pobladores de esa zona cercana a Santo Tomé, en Corrientes. A medida que los vuelos y aterrizajes se hacían más frecuentes, crecía la desconfianza y el temor por el paso rasante de las avionetas Cessna. Y no estaban equivocados. Santa Úrsula y la estancia Santa María del Aguapey eran usadas por una importante organización narco transnacional -conformada por argentinos, paraguayos, brasileños y bolivianos- para acopiar en Corrientes grandes cantidades de cocaína que provenían de Bolivia y después distribuirla en distintas países.
Así lo determinó una investigación judicial que comenzó en 2013, cuando las máximas autoridades del Escuadrón 57 Santo Tomé de la Gendarmería Nacional presentaron a la Justicia federal la investigación. Seis meses antes habían empezado a seguir de cerca los movimientos en esa estancia. Pero era complicado pasar inadvertidos. Los gendarmes eligieron disfrazarse como cazadores para pasar la noche en el campo y observar el movimiento de los aviones. Por ese motivo, al operativo lo apodaron “ciervo blanco”.
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Zona bajo foco judicial
La cantidad de cocaína secuestrada fue inusual para Corrientes, una ruta natural de la marihuana que se produce en Paraguay. Pero esta causa abrió interrogantes sobre nuevos caminos de la droga, esta vez con origen en Bolivia hacia el centro del país, con Corrientes como punto de acopio para la distribución. Pero lo que más encendió la alarma es que esta organización tenía un perfil transnacional, con hombres de la Argentina, Perú, Paraguay, Bolivia y Brasil.
Después de más de tres años de investigación judicial, el caso entró ahora en su etapa decisiva en un juicio oral y público, a cargo del Tribunal Oral Federal (TOF) de Corrientes, donde once personas están en el banquillo de los acusados. El Ministerio Público está representado por Carlos Schaefer y alegará ante el TOF el próximo martes.
Según la investigación judicial, el 14 de noviembre de 2013, cuando “un helicóptero de la Gendarmería Nacional sobrevolaba la zona, sus tripulantes observaron en cercanías al casco de la estancia Santa María del Aguapey, en una pista de aterrizaje un avión rodeado por un grupo de personas y vehículos. Cuando los gendarmes decidieron descender, los sospechosos intentaron darse a la fuga, pero fueron alcanzados y reducidos por los uniformados”.
En la estancia había un Cessna modelo U206G, matrícula CP-2037, y los gendarmes secuestraron “documentación de todo tipo, como papeles de la República de Bolivia”, un GPS, una cámara de fotos, teléfonos, una cisterna con capacidad para 1.500 litros de combustible para aviones, y un acoplado en el que estaban ocultos 330 kilos de cocaina.
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