¡Atención, un animal viene a cazarnos! Antiguamente, el ser humano solo podía dar pelea o escapar cuando se veía ante una situación de peligro, y para eso segregaba hormonas de estrés. Hoy, ese mismo mecanismo se ha vuelto un peligro para muchas personas.
El estrés dispara enfermedades muy distintas. Puede producir ataques de mareo, arritmias cardíacas, presión alta, problemas en la menstruación, la aparición de sonidos, impotencia o resfríos que no se van. Eso sumado a un agotamiento general, por supuesto. No sorprende entonces que la Organización Mundial de la Salud haya decidido catalogar el estrés laboral como causante de enfermedades y “uno de los mayores peligros del siglo XXI”.
Las sociedades están cada vez más estresadas. En Alemania se llevaron adelante estadísticas que indican que entre 2000 y 2012 los casos de falta al trabajo por razones psíquicas casi se duplicaron.
“El aumento de la carga laboral, la digitalización, la velocidad a la que se vive y los cambios sociales generan numerosas enfermedades vinculadas al estrés”, dice Christoph Haurand, médico especializado en Medicina Interna y Cardiología. Si al estrés social se le suman conflictos de la vida privada, es difícil mantener el equilibrio.
Una herencia de la Edad de Piedra
¿Pero por qué el estrés nos enferma? El primer punto está en el sistema nervioso simpático y las hormonas adrenalina y cortisol. Aumentan la tensión muscular, aceleran el pulso y generan un aumento de la presión. “La adrenalina le da al organismo la posibilidad de mover energía a una velocidad increíblemente rápida y el cortisol permite que el cuerpo mantenga ese nivel de actividad durante más tiempo”, explica Haurand.
En las eras primitivas tenía mucho sentido que el cuerpo pudiese reaccionar de ese modo. Eso le permitía prepararse para la lucha o la huida, y después de lograrlo podía descansar y recuperarse en su cueva. Hoy esos mecanismos propios del cuerpo ponen al organismo durante horas en alerta y pueden propiciar la aparición de infartos o accidentes cerebrovasculares.
Además, el cortisol hace que el cuerpo retenga líquido y genera, en consecuencia, un aumento de peso. Es decir, el sobrepeso de algunos gerentes de alto grado no sólo se debe a las numerosas comidas de negocios y a la ingesta de alcohol, sino también al estrés permanente.
El cortisol reduce las defensas, por lo cual también puede generar herpes en los labios o suciedad en la tez.
Buscar momentos de relajación
¿Existe algún tipo de estrés positivo? La adrenalina y el cortisol también se secretan en el cumpleaños, la boda o cuando uno vive algún logro en la vida laboral o privada, explica el psicoterapeuta Matthias Weniger. Si bien en esas situaciones la reacción de estrés es de menor duración, también se da, y luego le siguen “endorfinas y serotonina, que genera una sensación de felicidad y equilibrio emocional que permiten pensar racionalmente y tomar buenas decisiones”.
Por eso es tan importante generar buenos momentos en la vida cotidiana, sea un encuentro con amigos, actividades deportivas, salir al teatro, a un concierto, al cine, hacer un curso de baile, de pintura…¡no hay que ponerle límite a la fantasía! Y al recibir caricias también secretamos oxitocina, que es una hormona conocida por su efecto “antiestrés”.
“La pareja es un ancla emocional que tiene un impacto positivo en la salud. De hecho la expectativa de vida de las personas casadas es varios años superior a la de las personas solteras”, asegura el sociólogo Thomas Klein, del Instituto Max Weber de Alemania. “Y el control social que ejerce una pareja ayuda a mantener un estilo de vida saludable”, añade.
Meditar no es suficiente
Pero con o sin pareja existen muchas vías para llevar un estilo de vida y una actitud algo más relajada y positiva. Es bueno probar el entrenamiento autógeno, la relajación muscular progresiva, la meditación, el yoga, las técnicas de respiración o de atención. Estos cursos pueden hacer una enorme diferencia.
Pero como no harán desaparecer por completo los disparadores del estrés, lo ideal es acompañarlos con un “párate” que habilite preguntarse: ¿Estoy bien con mi situación de pareja? ¿Cómo me siento con mi situación laboral? ¿Quiero serguir tal cual?