Además de los escarceos sobre el posible juicio político, el gran problema que enfrenta Dilma Rousseff es lograr que legisladores renuentes apoyen su ajuste fiscal, tan drástico como decisivo para sacar a Brasil de la recesión en uno o dos años.
El Observador, Uruguay
RIPE
Enfrenta incluso la oposición de su mentor, el expresidente y líder populista del Partido del Trabajo (PT). Luiz Inácio Lula da Silva ha declarado estar decepcionado con su protegida y adelantó hasta un eventual retiro del respaldo del PT si persiste en aplicar el ajuste fiscal diseñado por el ministro de Hacienda, Joaquim Levy, para salir de una recesión que ya le ha costado al país el retiro del grado inversor por Standard&Poor’s.
Pero como remedio amargo a las muchas claudicaciones de su gobierno desde su reelección hace un año, que ha derrumbado su popularidad al 10%, Rousseff defiende el duro programa de Levy de recorte del gasto público, incluyendo los costosos programas de asistencia social, de aguda devaluación del real para ganar competitividad y de otras medidas de ordenamiento fiscal.
DEMANDAS
El ministro “se queda”, afirmó tajantemente la presidenta, ante crecientes demandas dentro del propio PT de que renuncie este economista ortodoxo, exjerarca del Fondo Monetario Internacional.
En realidad a Rousseff no le queda otro camino para reconstituir en el mediano plazo la quebrantada salud de una de las mayores economías del mundo emergente.
Pero es un camino tan arduo como incierto, obstaculizado por acumulación de factores adversos.
La Auditoría del Estado acusó al gobierno de maquillar las cuentas públicas de 2014 para ocultar deterioro por errores de gestión, cargo en el que se basan las presiones para destituir a la presidenta en un juicio político.
CASO PETROBRAS
Se le agrega la magnitud de los escándalos de corrupción en Petrobras, que involucran a altos funcionarios, dirigentes políticos y empresarios privados y que han minado la confianza popular y de los mercados dentro y fuera del país.
Está además en la cuerda floja el respaldo del PMDB, principal socio parlamentario del PT en la coalición gobernante. Y la oposición, encabezada por el poderoso PSDB centrista del senador Aécio Neves, a quien Rousseff derrotó por poco margen en la elección presidencial del año pasado, está embarcada en el pedido de destitución de Rousseff.
JUICIO POLÍTICO
La presidenta ha denunciado el reclamo de juicio político como un intento de la oposición “de llegar al gobierno dando un golpe… contra el pueblo”, que afirma que está destinado al fracaso.
Pero al margen de cómo se defina esa instancia, la pesadilla mayor de la mandataria es asegurar un respaldo parlamentario que hoy se tambalea, para llevar adelante el ajuste fiscal.
Lo rechazan también vastos sectores de la población, especialmente los de menores recursos que constituyen la columna vertebral del electorado del PT, así como gran parte de la dirigencia de su propio partido, empezando por Lula, que reclama el retorno a un populismo desordenado.
OPOSICIÓN
Las fuerzas opositoras, por su parte, buscan aprovechar la fragilidad jurídica y administrativa del gobierno.
Pero si triunfan estas fuerzas y Rousseff no logra asegurar el éxito del programa de ajuste, Brasil enfrentará largos años de tormentoso debilitamiento económico, con un agudizado impacto negativo en el intercambio comercial en la región, muy especialmente en Uruguay.