Ante infecciones y reacciones alérgicas causadas por una marca de toxina botulínica no habilitada por la Dirección Nacional de Vigilancia Sanitaria (Dinavisa), desde la Unidad de Cirugía Plástica, Estética y Reconstructiva del Hospital de Clínicas advierten que incluso las aprobadas deben ser inyectadas por un profesional médico para minimizar riesgos. También instan a desconfiar de las promociones.
El Prof. Dr. Celso Aldana, jefe del Departamento y especialista del área, resaltó que además del control de calidad del producto, es fundamental que sea un profesional médico, dermatólogo o plástico el que aplique el comúnmente llamado bótox. Esto porque en vez de ayudar a mejorar la apariencia estética del rostro del paciente puede ocasionar lo contrario.
“Dependiendo de dónde se aplica puede producir la caída de cejas, párpados, dificultad para sonreír y hasta para tragar en el caso de una inyección en una zona que corresponde del cuello; esto se da por un trauma causado por la mala aplicación en estructuras anatómicas nobles, nervios, vasos sanguíneos, pudiendo ocasionar sangrados e infecciones; igualmente pueden darse complicaciones generales, cefaleas, vómitos vértigos, alergias, diplopía, que es la alteración de la visión que consiste en la percepción doble de una misma cosa”, explicó.
Agregó que se deben utilizar productos adecuados con registros sanitarios, que tengan control de calidad, y que si bien en el mercado existe un producto que no necesita cadena de frío, hay otros que sí requieren, y que en caso de no respetarse, su uso no tiene el efecto deseado.
En cuanto a las complicaciones señaló que las mismas igualmente pueden presentarse con un médico, pero el riesgo es menor; y en caso de suceder, el profesional sabrá cómo solucionar los inconvenientes a diferencia de personas que apenas tienen un entrenamiento.
Por su parte, el Dr. Jesús Amarilla, especialista de la Unidad de Cirugía Plástica, Estética y Reconstructiva de la FCMUNA, comentó que el uso de la toxina botulínica (botox) es de uso muy antiguo. Manifestó que primero fue utilizada por los oftalmólogos para corregir defectos de la visión como ser el estrabismo, pero cuando se apeló a la cirugía para corregir este tipo de afecciones se dejó de lado y se pasó al uso en cirugía plástica.
A su criterio el producto debería ser vendido bajo receta médica, pero es de venta libre, incluso en los mercados, con costos sorprendentemente bajos, incluso en las redes sociales se hacen promociones de aplicaciones con precios muy inferiores de lo que cuesta el producto.
“Siempre me hago esta comparación, si a mí me ofrecen un auto Mercedes Benz último modelo que cuesta 70.000 mil dólares y alguien viene a ofrecerme por 20.000 dólares, entonces me pregunto que pasa acá, o tiene el motor fundido, está chocado o se robó. El Ministerio de Salud debería de investigar a estos lugares donde se aplica y donde aplica cualquiera, cuando que tiene que ser un profesional médico como un dermatólogo o un cirujano plástico, que conocen la anatomía de la cara”, puntualizó.
Finalmente aclaró que el uso de la toxina botulínica es principalmente estético, reemplazando a la cirugía que se realizaba para sacar las arrugas de la frente, que consistía en un lifting corneal, un estirado de la piel cuyo resultado duraba uno a tres meses. En tanto, sin corte, el bótox ofrece mejor resultado con hasta seis meses de duración.
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