El año que se inicia tiene un telón de fondo sobre el cual van a verse proyectadas las acciones de quienes asumieron el compromiso de conducir los destinos de la República.
Ese telón es el melodrama político –convertido a veces en sainete- estelarizado por el Poder Ejecutivo y el Congreso y cuyas dos escenas finales del último acto de 2016 fueron el fallido intento de enmendar la Constitución y el veto al Presupuesto General de la Nación 2017. Ambos episodios se renovarán ni bien arranque este año, porque el cartismo puro y duro no va a bajarse de la idea de lograr un periodo más para su único líder al frente de la Presidencia de la República.
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Con este escenario político, en año preelectoral, los dos Poderes van a tener que resolver además si el país será administrado con el PGN-2016 puesto al baño maría o buscan otra vía de solución para el fenomenal embrollo presupuestario en vigencia. El veto presidencial al PGN-2017 sancionado por el Congreso se basa en tres puntos concretos: aumento de gastos rígidos y discrecionalidad de los incrementos salariales que chocan con la ley de responsabilidad fiscal; falta de previsiones presupuestarias para cubrir obligaciones en materia de deuda pública; y debilitamiento de los instrumentos de política monetaria, claves para el sostenimiento de la estabilidad de precios. El PE alega haber quedado inerme, en términos administrativos, para manejar esas tres áreas. Como respuesta, el sindicalismo camorrero –en especial la élite dirigente empotrada en los entes del Estado- anuncia huelgas generales para sostener privilegios a costa de profundizar el deterioro en la educación y la prestación de servicios de salud. Habrá que ver cómo resuelven este dilema los dos poderes políticos enfrentados en el reñidero cotidiano.
Los temas de fondo van a quedar, una vez más, perdidos en medio de la humareda de la batalla política. La reforma impositiva, la creación de los entes reguladores necesarios, el apoyo orgánico a las mipymes, la recuperación del consumo y la formalización de la economía en general y del mercado de trabajo en particular son sólo algunos de los temas centrales que permanecerán en el freezer otro año porque los políticos estarán ocupados en otras faenas más absorbentes. Como se expresara en la jornada organizada por 5días sobre las perspectivas económicas y políticas, el 2017 será un año de incertidumbres dominado por el clima electoralista. Por un lado, hay un gobierno al que se le acaba el tiempo y que no deja un legado que lo caracterice o dé nombre a su gestión. Y por el otro, una oposición que sólo juega al desgaste y sin proyecto propio. Es difícil imaginar un escenario más desalentador.
Una vez más, en consecuencia, el peso de la gran faena de hacer crecer al país descansará principalmente sobre el sector privado, en especial el que está comprometido con la competitividad, que invierte en innovación y que practica en serio la responsabilidad social. Esto seguirá así hasta que asome en el horizonte una generación de políticos capaces de convertirse en verdaderos servidores públicos, con una agenda país confiable y que materialice los deseos reales de una ciudadanía harta ya de los aventureros y expoliadores del Estado.5dias
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