Fuentes de la Marina confirman a EL PAÍS que el veterano narco, implicado en el asesinato de un agente de la DEA en los ochenta, ha sido detenido este viernes
Rafael Caro Quintero ha sido capturado. Quien fuera el líder histórico del narco durante la década de los ochenta, sobre el que pesaba la recompensa de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA) más alta para un criminal, ha sido detenido este viernes, según confirman fuentes de la Marina a EL PAÍS. Uno de los fundadores del legendario cartel de Guadalajara, después llamado cartel de Sinaloa, ha sido detenido por segunda vez cerca de su tierra, en Guachochi (Chihuahua). En 1985 pisó la cárcel tras el brutal asesinato de un agente infiltrado de la DEA, Kiki Camarena, y en 2013 fue liberado en México por un defecto de forma, cuando le faltaban 12 años de condena. Estados Unidos jamás perdonó el crimen y presionó a las autoridades mexicanas para su recaptura. El viejo capo de la droga, que lejos de retirarse, contaba con un cartel a su nombre en el norte, regresa a prisión este viernes a sus 69 años.
La detención del narco se ha producido dos días después de la reunión en Washington del presidente Andrés Manuel López Obrador con Joe Biden. Durante la visita del mandatario, el tema de la seguridad y el tráfico de armas fue uno de los asuntos principales, además de la crisis migratoria. Con la captura del capo se salda una de las deudas pendientes de México con el Gobierno de Estados Unidos. Aunque no está considerado el poderoso narcotraficante que fue en su día, una ficha del FBI de octubre alertaba de que seguía siendo una amenaza para el tráfico de estupefacientes. Lo que deja abierta la puerta de una posible extradición.
A diferencia de otros líderes del tráfico de drogas que aún no han sido detenidos, los días de Caro Quintero estuvieron siempre ligados a la sed de venganza de la poderosa DEA. Pocos se atrevieron a llegar tan lejos como los fundadores del cartel de Guadalajara, el padre de todos los cárteles que nacieron después: Miguel Ángel Félix Gallardo, el cabecilla y único que continuaba en prisión; Ernesto Fonseca Carrillo, Don Neto; y él. Cuando eran los líderes indiscutibles del tráfico de drogas hacia Estados Unidos, asesinaron a Kiki Camarena. Y la agencia no perdonó que Caro Quintero lograra evitar lo que quedaba de pena.
La deuda pendiente que mantenía por el crimen que le llevó a la cárcel en 1985 le perseguía noche y día. La sentencia en su contra consideraba probado que el 7 de febrero de aquel año, cuando Camarena salía del consulado de Estados Unidos en Guadalajara, fue secuestrado por policías y entregado al cártel de Guadalajara. En una finca de la organización, el policía estadounidense fue torturado una y otra vez mientras un médico le mantenía con vida. Cuando su cuerpo fue recuperado, se descubrió que había sido castrado y enterrado vivo.
En 2013 un error en una sentencia lo puso en libertad y antes de que diera tiempo a que la justicia reparara aquel fallo, el capo ya se había escondido. Desde su guarida ofreció una entrevista a la revista Proceso donde afirmaba: “Yo ya no soy un peligro para la sociedad. No quiero saber nada de narcotráfico. Si algo hice mal, ya lo pagué”, señaló tras negar su participación en la muerte de Camarena.
En Sonora, Caro Quintero ha regresado a lo único para lo que los miembros del narcotráfico —y especialmente de esa generación— nacieron: traficar. El cartel del municipio de Caborca va a asociado a su nombre. El Gobierno mexicano lo acusa de secuestro y delincuencia organizada, según las primeras informaciones. No han ofrecido todavía más detalles sobre su captura este viernes.
Suscríbase aquía la newsletter de EL PAÍS México y reciba todas las claves informativas de la actualidad de este país