Las lluvias de la Dana, que ya ha dejado más de 150 víctimas mortales, fue un 12 % más fuerte y dos veces más probable que en un clima 1,3 ºC más fresco. De hecho, las observaciones meteorológicas históricas indican que las ráfagas de lluvia de un día en esta región están aumentando a medida que las emisiones de combustibles fósiles calientan el clima.
Esta es la conclusión a la que han llegado los científicos de World Weather Attribution (WWA, por sus siglas en inglés) en un rápido análisis. La publicación no es un estudio de atribución completo como los que suele hacer la organización, ya que los expertos no han utilizado modelos climáticos para simular el evento en un mundo sin calentamiento inducido por el hombre.
Aún así, los científicos inciden en que la explicación más probable es el cambio climático, ya que una atmósfera más cálida puede retener más humedad, lo que provoca aguaceros más fuertes. En este sentido, dicen que la relación Clausius-Clapeyron indica que con un calentamiento global de 1,3 °C la atmósfera puede contener alrededor de un 9 % más de humedad.
Asimismo, apuntan a un análisis separado llevado a cabo por la organización Climate Central, que defiende que las temperaturas cálidas del Océano Atlántico que agregaron humedad a la tormenta fueron entre 50 y 300 veces más probables por el cambio climático.
En general, los expertos explican que el aumento de las precipitaciones va en la línea con los resultados de estudios previos de atribución de fuertes lluvias en Europa, como los efectuados tras las tormentas Daniel y Boris. Asimismo, insisten en que es probable que episodios similares de precipitaciones extremas se vuelvan más intensos e incluso más frecuentes a medida que el clima se caliente.
Fuente: Europa Press