Ciudad del Vaticano.-El Sínodo de los grandes cambios de la Iglesia, cuya segunda parte está prevista en septiembre, cada vez promete menos cambios. En una entrevista, el Papa clausuró la esperanza de muchos grupos católicos femeninos de que el Sínodo abra las puertas para que las mujeres tengan acceso el diaconado.
“No», fue la lacónica respuesta del pontífice. “Si son diáconos con las órdenes sagrada, no. Las mujeres han siempre tenido, diría la función de diaconesas como ministros en el interior de las órdenes”.
La noticia fue recibida con desilusión y reacciones negativas por las asociaciones femeninas que luchan por un reconocimiento en esta dirección, y ni hablar del rechazo de la Iglesia alemana, que pretende mucho más: el sacerdocio de las mujeres.
La apertura a las mujeres diáconos, que existieron en los primeros siglos del cristianismo, no se resuelve hace años. En tiempos del Papa Pablo VI fue propuesta una vez más por los movimientos femeninos católicos, sobre todo en Alemania, Estados Unidos y norte de Europa, donde el debate sobre la cuestión es permanente.
La Conferencia sobre la ordenación de las mujeres (WOC) manifestó su “gran desilusión” por la negativa del Papa de reconocer la urgencia de que se reconozca a las mujeres afirmar su plena igualdad en la Iglesia.
El Papa aclaró más de una vez durante su pontificado de una década que no aceptaría discutir la perspectiva de ordenar al sacerdocio a las mujeres. Dejó la cuestión del diaconado en manos de una comisión teológica de estudio, que continúa analizando el tema.
La gran cuestión de como introducir una reforma que realice una inclusión femenina en todos los aspectos de la vida eclesial queda en sus aspectos más importantes aclarada. No habrá cambios en favor del diaconado femenino y menos aún en el sacerdocio de las mujeres.
La Conferencia sobre la ordenación de las mujeres (woc) consideró el “no” definitivo el Papa “una traición del proyecto sinodal de caminar juntos”. Lanzó un llamado a Francesco de encontrar a las mujeres empeñadas en la cuestión del diaconado femenino, reclamando también a los cardenales “hablar con coraje en este momento”.
Las miradas se han concentrado en el cardenal Jean-Claude Hollerin, jesuita y arzobispo de Luxemburgo, un eclesiástico de proclamadas ideas aperturistas. Como presidente de las conferencias episcopales europeas, Hollerin es uno de los purpurados que el Papa ha puesto en primera fila en la preparación del Sínodo de los Sínodos.
¿Qué dijo Hollerín? Que el Sínodo cuya fase final se realizará durante el mes de setiembre, “no es un Parlento donde se vota y la mayoría decide”. El cardenal puso en guardia a las mujeres “contra la excesiva impaciencia”. “Si atacas demasiado no obtendrás mucho”, predicó.
Con las protestas en lugar de “dar un paso por vez” no se cambiarán las cosas. “Esto nos llevaría a la polarización y en definitiva a la muerte de la Iglesia”, argumentó.
“Hace falta tacto y paciencia si se quieren soluciones reales», dijo Hollerin, que como progresista quiere que las mujeres se sientan plenamente iguales en la Iglesia.
“Pero el tiempo dirá que lo importante ahora es que a las mujeres les sean dadas más responsabilidad. La ordenación al sacerdocio o el diaconado no es el único criterio para la paridad”.
La noticia del “no” del Papa al diaconado ha sido mal recibida por la Iglesia alemana, empeñada en un Sínodo nacional con propuestas consideradas incendiarias como la abolición del celibato sacerdotal, el sacerdocio femenino, la elección de los obispos, el cambio del catecismo en las cuestiones de naturaleza moral.
El único movimiento para ir al encuentro de los cambios que reclaman los alemanes y que inevitablemente serán planteados y rechazados en el Sínodo en el Vaticano de setiembre, ha sido el documento de la Doctrina de la Fe que autorizó las bendiciones a los homosexuales pero en forma restringida para que no haya confuión con la bención de los matrimonios.
El Papa quiere guiar al Sínodo que preside también la última fase de su pontificado, por un camino que evite un choque doctrinario que divida a la Iglesia y aumente el peligro de cismas.
Por eso las concesiones de cambios serán reguladas al mínimo. El progresista cardenal luxemburgués Hollerich, en estrecho contacto con el Papa, afirma: “Hace falta un cambio, no en la doctrina sino en el comportamiento. Debemos ser una Iglesia donde todos se puedan sentir en casa. No estoy en favor de un cambio en la doctrina. Estoy a favor de una Iglesia donde todos se sientan bienvenidas. Esto no significa que no pueda haber discusiones o que no puedan existir distintas posiciones”.
Las mujeres, que son mayoría en los 1.300 millones de fieles católicos, continuarán postergadas.Clarín.