Un grupo de investigadores presentó pruebas de la existencia de un conducto subterráneo y potencialmente accesible bajo un pozo abierto en la Luna, ubicado a unos 130 metros de profundidad y con 45 metros de ancho, publica Nature Astronomy.
El estudio, encabezado por la Universidad de Trento (Italia), aporta información sobre la geología lunar y su papel como posible refugio para futuras misiones tripuladas a la superficie de nuestro satélite.
Los investigadores analizaron datos de radar de la sonda Lunar Reconnaissance Orbiter (LRO), de la NASA, obtenidos en el Mar de la Tranquilidad, el lugar donde el ser humano pisó por primera vez el satélite, en 1969.
Hace al menos medio siglo que los científicos han teorizado sobre si existen túneles bajo la superficie de la Luna y la nueva investigación pretende poner fin al debate, al señalar la existencia de un conducto que sería un tubo de lava vacío.
En la superficie de la Luna se han encontrado más de 200 fosas, algunas de las cuales, denominadas “claraboyas”, están formadas por derrumbes de un tubo de lava subyacente.
El equipo volvió a analizar, con nuevas técnicas complejas de procesamiento de señales, los datos obtenidos por la sonda LRO en 2010 del Mar de la Tranquilidad, la fosa más profunda conocida de la Luna, con un radio de aproximadamente 100 metros, paredes verticales o salientes y un suelo inclinado.
Así observaron un aumento del brillo del radar en el lado oeste de la fosa y, mediante simulaciones, llegaron a la conclusión de que pueden explicarse por la presencia de una cavidad o conducto que se expande desde el lado oeste del fondo del pozo.
Los autores sugieren que los tubos o conductos volcánicos podrían ser una característica común bajo las llanuras lunares.
El conducto se encuentra a una profundidad de entre 130 y 170 metros; tiene una longitud de entre 30 y 80 metros y una anchura de unos 45 metros. La cueva también es potencialmente plana o inclinada un máximo de 45 grados y es probablemente accesible.
Los tubos o conductos de lava accesibles podrían proporcionar un entorno más templado que en la superficie, pero no se sabía con certeza si proporcionan acceso a cuevas con grandes volúmenes subterráneos.
El estudio tiene importancia científica e implicaciones para el desarrollo de misiones a la Luna, un entorno hostil para la vida humana, donde las temperaturas superficiales en la cara iluminada pueden alcanzar los 127 grados, mientras que en la oculta pueden descender a -173.
Además, la radiación cósmica y solar puede ser hasta 150 veces más potente en la superficie lunar que la que se experimenta en la Tierra y existe una amenaza constante de impacto de meteoritos.
Estas condiciones impulsan la necesidad de encontrar lugares seguros para la construcción de infraestructuras que puedan soportar una exploración sostenida y cuevas como esta ofrecen una solución.
Fuente: EFE