Este sábado se produjo una cascada de avisos diplomáticos que llaman la atención por el tono de alarma que conllevan. Primero fue China, que a través de su Ministerio de Relaciones de Exteriores pidió a sus connacionales que abandonen inmediatamente Ucrania. Kazajstán anunció el cierre de su embajada en Kiev; Kirguistán, Uzbekistán, Turkmenistán y Servia también le han dicho a sus ciudadanos que se vayan de Ucrania urgentemente. Lo mismo hizo Egipto y Tayikistán solicitó a sus connacionales que eviten pasar por territorio ucraniano o evitarlo. Bielorrusia además cerró sus fronteras con Ucrania.
No existe información sobre qué estaría pasando o qué es lo que estaría a punto de suceder, sin embargo el hecho de que sean varios países los que hayan coincidido en desatar alarma el mismo día parece ser el indicativo de que las tensiones entre Rusia y la OTAN están alcanzando un punto álgido.
Durante los últimos días las amenazas entre los líderes de las principales potencias involucradas en la presente escalada de tensión han ido subiendo de tono y no debe perderse de vista que la OTAN tiene previsto para este lunes un gigante ejercicio de defensa que incluye aeronaves, silos y embarcaciones con capacidad nuclear, algo nunca visto desde el final de la guerra fría.
¿Podría Rusia estar interpretando dicha movilización, no como un simple ejercicio militar sino como un preparativo real de ataque sobre su territorio con arsenal atómico? Es imposible saberlo con certeza, pero lo que sí está claro es que hay movimientos preocupantes en torno a este conflicto que tiene al territorio ucraniano como escenario de un choque entre las superpotencias más poderosas del planeta.