La pandemia hizo que todo pare a nivel mundial, el narcotráfico no fue la excepción. Al cortarse la circulación de personas los narcos comenzaron a utilizar otros métodos para seguir con el negocio y se reflotó la vieja práctica de la “narco-encomienda”.
En los años noventa los endebles controles en los aeropuertos hacía que los narcotraficantes hagan pasar vía aérea drogas y dinero con mucha facilidad, camuflados en todo tipo de objetos y valijas con doble fondo. A partir de los atentados a las Torres Gemelas en el 2001 todo esto cambió radicalmente. Ya no se podía hacer pasar nada por los aeropuertos debido a los estrictos controles, por lo que las “narco-encomiendas” ya no fueron una vía rentable para el tráfico de drogas.
Poco a poco la droga ya dejó de pasar por los aeropuertos, pero el Covid 19 trajo algunas ventajas para los traficantes quienes volvieron a sus viejas prácticas de enviar drogas en encomiendas.
Fue entonces que al casi no haber movimiento de personas vía aérea se reactivaron las “narco-encomiendas”. En el aeropuerto Silvio Pettirossi en año y medio de pandemia el 95% de la droga requisada se dio a través de paquetes enviados vía encomienda. La mayoría de la droga es proveniente de Estados Unidos y en casi todos los casos se trató de marihuana.
¿Por qué envían marihuana a Paraguay, cuando se sabe que es uno de los mayores productores de esa droga? La respuesta es simple: la marihuana que envían no es la misma que se produce acá. El estupefaciente es uno modificado genéticamente en laboratorios y tiene por ende una mayor calidad que la hierba que sale de los montes paraguayos.
Esta droga modificada tiene un mayor contenido de THC (elemento psicoactivo) que se logra cambiando la genética de las semillas. A eso se le suma el control absoluto de temperatura, humedad e iluminación durante su proceso de crecimiento.
A modo de comparación, la marihuana convencional producida en Paraguay contiene entre 2 hasta 7% de THC en promedio, sin embargo, la procedente de Estados Unidos incluso alcanza hasta el 35% de concentración. Eso se refleja también en el costo, la marihuana tradicional se comercializa en nuestro país a unos US$ 30, pero esta droga modificada llega a ser comercializada a unos US$ 4.000 el kilo, casi alcanzando el precio que tiene la cocaína.
Entonces está marihuana modificada que es enviada como hachís, que no es otra cosa que la resina de cannabis, de diferentes maneras. Los traficantes se ingenian para hacer pasar la droga por los controles aeroportuarios. Por ejemplo en el Silvio Pettirossi, ya se encontraron envíos dentro de adornos para la casa, tóners para impresoras, colchonetas para dormir, microondas, objetos decorativos y el último envío detectado fue en una canasta de desayuno.
En promedio se envían entre dos a seis kilos de hachís, variando en el objeto en que se oculta. Los controles que hacen los agentes de la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad) con los canes antidrogas y rayos X, son los que más detectan estas sustancias prohibidas antes de ser despachadas.
Si bien las pérdidas en materia de dinero son altas para los narcos, los costos en detenciones son nulos, ya que el remitente y el destinatario son completados con nombres y direcciones ficticias. No caen personas ligadas a estas estructuras criminales, por lo tanto las autoridades solo se quedan con la droga, no pueden tener datos que los lleven a identificar a la banda que se dedica a este tipo de negocios ilícitos, ni mucho menos a los dueños de la carga.
Casi todo el hachís modificado que llega a Paraguay proviene de Estados Unidos y su destino final es Ciudad del Este, lo que da la pauta a los investigadores que la intención es hacer pasar la droga al Brasil, donde su precio se duplica y hasta se triplica en el mejor de los casos. Hoy