Clave para el bienestar. Entender y gestionar las emociones son una forma de aminorar el estrés en estos tiempos. La profesional en salud mental Marian Piñánez explica cómo lograrlo.
La inteligencia emocional se define como la capacidad de tomar conciencia, diferenciar, nombrar, regular y expresar las emociones. Esto incluye el poder reconocer las emociones de otros y empatizar con ellas.
Es una habilidad que se desarrolla en las experiencias tempranas de la infancia, y que además puede ser aprendida a lo largo de toda la vida. Es necesario el desarrollo de esta habilidad ya que hoy día tiene un especial protagonismo por el mundo global en el que vivimos.
La sicóloga clínica Marian Piñánez explica que la inteligencia emocional permite a la persona a vivir en sociedad y ayuda a relacionarse con los habitantes del entorno.
Percepción de las emociones
Ser inteligente no es solo con objetos y símbolos, sino también ser muy habilidoso en las relaciones sociales, con las personas y con las emociones. “Implica cómo somos capaces de percibir y expresar las emociones, como las usamos, por ejemplo, saber por qué estoy enojado, ‘¿Qué puedo hacer yo para estar mejor tanto en mi como en el resto, como comprender y gestionar con las emociones de otras personas’”, explica la profesional en salud mental.
El primer paso para comprender las emociones es percibirlas con precisión. En muchos casos, esto podría implicar la comprensión de señales no verbales, como el lenguaje corporal y las expresiones faciales.
Actualmente, las personas viven en una sociedad estresante, donde hay tanta presión por hacer tantas cosas a la vez que, “o aprendemos a gestionarlo o tendremos trastornos de ansiedad”.
“Es tan importante saber gestionar las emociones”, añade.
Gestionar las emociones
Cuando se habla de la inteligencia emocional, se refiere a la habilidad de entender, usar y administrar las propias emociones de forma que reduzcan el estrés, ayuden a comunicar efectivamente, empatizar con otras personas, superar desafíos y aminorar conflictos.
“Un nivel alto de inteligencia emocional nos permite forjar relaciones sanas y equilibradas dentro del núcleo familiar, en la escuela y en el trabajo”, señala la sicóloga.
Existen cuatro emociones básicas que se disparan en diferentes momentos, estas son: el miedo, el enojo, la tristeza y la alegría.
“De estas emociones se desprenden otras, por ejemplo del miedo nace la ansiedad y del enojo la frustración”, expone.
Para tener un alto coeficiente emocional es necesario adquirir y desarrollar habilidades como la empatía, el autocontrol, la autoestima, la automotivación y las habilidades sociales.
“Mucho tiene que ver también el entorno, muchas veces se tiene conductas aprendidas. El niño va aprendiendo por imitación, es lo que ve en su entorno familiar. Por eso es importante que los padres desarrollen la inteligencia emocional”, aclara Piñánez.
Es importante que la persona desarrolle la habilidad de gestionar sus emociones.
“’Te contratan por tu capacidad, pero te despiden por tu carácter’. Una persona puede tener un currículum impresionante pero si no sabe gestionar sus emociones no tendrá éxito en el trabajo”, resaltó.
En conclusión, la experta refiere que el desarrollo de la inteligencia emocional en estos tiempos no solo es necesaria, sino es fundamental para gozar de salud integral.
“Que nos permita convivir sanamente y sentirnos realizados en la vida que llevamos”, culminó. UH