Gravar las grandes fortunas puede mejorar la salud de los latinoamericanos

Daniel López-Cevallos

Contrario a la tendencia hasta fines del siglo XX, las últimas dos décadas evidencian una marcada concentración de la riqueza en manos de unos pocos, situando a Latinoamérica y el Caribe (LAC) como la región más inequitativa del planeta. Esto tiene enormes implicaciones para la salud y bienestar de la mayoría de sus habitantes. Concentración e inequidad
En LAC, las fortunas de los dos hombres más ricos han crecido en un 70% desde el inicio de la pandemia y equivalen a la riqueza conjunta de la mitad más pobre de la región, unas 334 millones de personas, según el reciente informe Econuestra de Oxfam. Por ejemplo, el patrimonio del empresario mexicano Carlos Slim (que supera los 100 mil millones de dólares) dobla la inversión anual en Salud en México. Dicha concentración no es una casualidad, sino más bien fruto de una colaboración estrecha entre el poder económico y político en países de la región

En países como Ecuador, los gobiernos han ido tomando pasos hacia la institucionalización de intereses privados en la política de salud y nutrición, permitiéndoles promover sus marcas, y dictar la estrategia de desnutrición infantil en el país. El gobierno de Daniel Noboa (heredero del imperio empresarial de Álvaro Noboa, con una fortuna estimada en más de 900 millones de dólares), ha decidido afianzar dicha estructura. En mayo de este año, su partido presentó un proyecto de ley que promueve beneficios fiscales a entidades privadas que presenten proyectos relacionados con desnutrición infantil.

Inequidad económica implica inequidad en salud
Desde la perspectiva de determinantes sociales de la salud, el hecho de que estructuras de poder político y económico monopolicen la distribución (o en el caso de LAC, la concentración) de recursos, tiene un impacto significativo en la salud (o enfermedad) de la población. El control de los recursos por las élites políticas y económicas conlleva a que una buena parte de la población latinoamericana y caribeña no participe en la toma de decisiones sobre políticas y programas de salud ni pueda exigir una verdadera rendición de cuentas sobre los beneficios para la población.

demandan respuestas inmediatas e integrales. Es urgente que gobiernos nacionales, entes regionales, y organizaciones de la sociedad civil unan esfuerzos para marchar hacia una sociedad más equitativa. Un primer paso es que poblaciones de grupos históricamente marginados ( de bajos ingresos, que viven en zonas rurales, indígenas, afrodescendientes) participen activamente en la toma de decisiones sobre políticas y programas dirigidos hacia la equidad en salud.

Daniel López-Cevallos es profesor Asociado en el Departamento de Promoción y Políticas de Salud, Facultad de Salud Pública y Ciencias de la Salud, Universidad de Massachusetts Amherst, EEUU . UH