Una publicación argentina responsabiliza por el nivel más bajo en los últimos 77 años del río Paraná a la deforestación causada por el agronegocio, el desmonte y las políticas de los gobiernos.
“No es una bajante, no es una sequía, es la deforestación”, titula un medio argentino, en el marco del menor nivel en 77 años del río Paraná que afecta a Paraguay, Argentina y Brasil.
El medio Tierra Viva explica que el agua es un ciclo hidrológico, que en América del sur fue dañado irreversiblemente y que la vitalidad y la permanencia de ese ciclo tiene directa relación con los cursos de agua.
“El río Paraná, que experimenta su menor nivel en 77 años, integra ese sistema, afectado por el desmonte, el agronegocio y las políticas gubernamentales”, agrega.
Asimismo, detalla, citando al geógrafo Alan Forsberg, que la lluvia que hace caudaloso al río Paraná y que corre a través de Brasil, Paraguay y Argentina a lo largo de unos 4.880 kilómetros es producto de un fenómeno único, llamado los ríos voladores de la Amazonía.
En ese sentido, indica que los procesos extensos de evaporación y precipitación en el bosque crean baja presión atmosférica que atrae constantemente al aire húmedo del océano, de ahí el nombre de bomba biótica de la humedad.
La publicación menciona que la selva amazónica también brinda las lluvias que dan vida a decenas de millones de personas más allá de la selva tropical y que cuando los ríos voladores de vapor de agua alcanzan la barrera de Los Andes, fuertes lluvias caen al pie de las montañas, en las laderas orientales de la selva amazónica ecuatoriana, peruana y boliviana.
“Los ríos voladores también giran hacia el sur y traen la humedad vital hasta Paraguay, el norte de Argentina y el centro y el sur de Brasil. Allí está el Gran Chaco Americano, que se está arrasando para la ampliación del agronegocio. Ese modelo arrasa culturas, pueblos originarios que ya no tienen sus montes (pilares fundamentales de la vida en esos territorios). Comunidades que mueren, otras son desplazadas, otras persisten en soledad y miseria”, remarca.
De igual manera, afirma que la Amazonía proporciona el agua para la mayor parte de la agricultura que alimenta a la población de Sudamérica y de agua potable para las ciudades más grandes del continente.
“Los ríos del cielo son hijos de las selvas. Languidecen con las deforestaciones. Se estima que el tiempo de regeneración del bosque lluvioso primario de zona tropical es de medio milenio (sí, 500 años)”, expone.
Entre otras cosas, manifiesta que la deforestación agroindustrial del bosque tropical dañó la cinta transportadora del ciclo hidrológico en el continente.
El medio especifica que la selva amazónica atrae los vientos del Atlántico, cargados de humedad, y que la atmósfera se sobresatura con los más de 20.000 millones de toneladas diarias de agua que el bosque primario, que no ha sufrido la intervención humana, eleva desde sus raíces y entrega al aire.
“Las quemas de la Amazonía –consumadas por quienes festejan las cosechas récord (de sojas, maíz, alguna otra forrajera y oleaginosa) y agroganaderías arrasadoras– son las responsables de la pérdida de esos traslados aéreos de agua”, finaliza.
A raíz del bajo nivel de los ríos Paraná, Paraguay y Apa, la Cámara de Diputados de Paraguay sancionó una ley de emergencia para la navegación de los ríos y autorizó trabajos de dragado.
Los ríos Paraguay y Paraná son utilizados para el 80% de la importación y exportación del Paraguay, por lo que el impacto económico de la bajante es inevitable. Ultima hora