El 20 de octubre de 1982 desaparecían para siempre los fabulosos saltos del Guairá, fruto del represamiento del cauce del río Paraná, 170 kilómetros aguas abajo, donde un murallón de concreto empezaba a amontonar las aguas para dar impulso a la mayor generadora de energía hidroeléctrica del mundo.
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La gran conquista que representó la Itaipú Binacional, sin embargo, despojó a los saltoguaireños y a la humanidad de una de las maravillas naturales más fastuosas del planeta. Hoy, a 34 años de la anegación de los saltos del Guairá, o 7 Quedas (7 Caídas) para los brasileños, aún se sigue discutiendo sobre las obras para recompensar tal pérdida, y lo último se refiere a la construcción de una costanera en la capital del Canindeyú.
Las opiniones se dividen entre quienes defienden la ejecución de un proyecto dejado por la administración municipal anterior y quienes apoyan uno nuevo, más amplio y costoso, que requiere aporte del Estado e Itaipú. El primero abarca 900 metros de costanera, mientras que la segunda unos 5 kilómetros.
Los defensores del primer proyecto exigen que la Municipalidad ejecute la obra con recursos de la compensación por los saltos, logrado por una ley especial vigente desde el 2012, que otorga US$ 8 millones anuales al municipio. Al principio y por tres años, fue de unos US$ 10 millones al año.
La rencilla interna sobre la costanera ha bajado la presión que existía sobre la Itaipú Binacional, sobre su responsabilidad de dotar a Salto del Guairá de una infraestructura turística que al menos en parte compense la gran pérdida que ocasionó el nacimiento de la represa.
“Mientras la gente se pelea acá por migajas, la Itaipú se va desentendiendo de nosotros. Yacyretá, que es mucho más reciente y pequeño, ya le dio a Encarnación una costanera de primer mundo porque su gente se unió y reclamó; aquí solo nos dejaron un lago inerte que sepultó nuestros sueños”, dijo María Dolores “Loli” Rojas, antigua activista en pro de la costanera para Salto.
En obras de infraestructura, la mayor “ recompensa” que recibió Salto de Itaipú fue un polideportivo, cuya construcción llevó 20 años. Empezó con Andrés Rodríguez y culminó en el gobierno de Fernando Lugo.
También durante la era Lugo, la Itaipú encargó la elaboración de un gran proyecto turístico para Salto del Guairá: el “Museo de las Aguas”, a cargo del afamado arquitecto italiano Ettore Piras. Pero quedó en eso.
La Itaipú invirtió más de US$ 2 millones en el diseño, cuya ejecución precisaría de unos US$ 70 millones.
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“Todo eso (aunque se cumpliera) sería migaja para nosotros. (Mejor) no nos hubieran arruinado nuestros saltos”, lamenta Doña Loli.
A pesar de todo, Salto del Guairá se convirtió en los últimos años en un emporio comercial. En la década pasada llegó a emplear a más de 25.000 jóvenes en sus tiendas. Fueron inyectados a su economía más de US$ 300 millones a través de la construcción de una docena de shoppings y otras galerías comerciales que transformaron su limitado microcentro comercial, de cinco cuadras, en una meca de modernas edificaciones.
Actualmente la ciudad está sumida en una crisis que lleva más de tres años, a causa de la inestabilidad económica y política del Brasil. La situación obliga a los saltoguaireños a volver su mirada hacia Itaipú, exigiendo que la entidad que “todo nos sacó y nada nos dio” empiece finalmente a cancelar las facturas que por 34 años están pendientes de pago.
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