Microplásticos en tu plato: La invasión invisible que contamina alimentos

SILENCIOSO. Estudios revelan que se ingieren microplásticos a través de la comida.

IMPACTO. El consumo puede aumentar el riesgo de afecciones como el cáncer.

No. No debería ser un concepto normalizado, pero lo es. Los plásticos ocupan un espacio relevante en el universo culinario. Si una persona se detiene a mirar el entorno de la cocina o cómo se conservan los alimentos, sencillamente se puede ver que ahí están: Los plásticos.
A ese panorama visual se suma otro: Los microplásticos –piezas pequeñísimas que no se ven a simple vista, que son el resultado de la fragmentación o degradación de los residuos plásticos–, pero que están ahí, presentes en los alimentos que consumimos cada día y que afectan la salud.

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“Los microplásticos llegan a los alimentos a través de varios mecanismos y este es un problema creciente debido a la alta contaminación por plásticos en el medio ambiente”, dijo la licenciada Yomali Lezcano, nutricionista y especialista en medicina ortomolecular.

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Varios estudios científicos de los últimos años demuestran la cantidad de microplásticos que los seres humanos ingerimos a través de los alimentos como los mariscos, agua embotellada y azúcar, sal y cerveza, señaló la nutricionista.

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Otro estudio más destacado fue publicado en la revista Environmental Science & Technology en 2019. “Este estudio estimó que una persona que consume mariscos de manera regular puede ingerir hasta 11.000 microplásticos al año”, explicó.

El agua embotellada también es otra fuente significativa de microplásticos.

“Otro estudio publicado en la misma revista estimó que las personas que beben exclusivamente agua embotellada podrían estar ingiriendo hasta 90.000 partículas de microplásticos al año, en comparación con aproximadamente 4.000 partículas para quienes consumen agua de la llave”.

La licenciada Yomali Lezcano dijo que estos estudios subrayan la omnipresencia de los microplásticos en nuestra alimentación y el entorno, y evidencia la necesidad de más investigación para comprender completamente sus impactos en la salud humana. “Pero como siempre digo, ante tanta duda, mejor evitarlo”, destacó.

PLÁSTICOS Y ALIMENTOS. Los envases de plástico contribuyen a la contaminación de los alimentos con microplásticos. La nutricionista Lezcano señaló que eso sucede con la liberación de microplásticos durante el almacenamiento y transporte.

También, ocurre un proceso de migración de aditivos plásticos. “Los plásticos contienen aditivos químicos como plastificantes, estabilizadores y colorantes, que pueden migrar a los alimentos. Aunque estos aditivos no son microplásticos, su migración puede debilitar la estructura del plástico facilitando la liberación de microplásticos. Además, algunos estudios sugieren que ciertos aditivos podrían tener efectos perjudiciales para la salud”.

Las bolsitas regulares de té contienen microplásticos. “Al preparar el té, la temperatura caliente permite la migración de microplásticos al agua, lo mismo sucede con las cápsulas de café y los filtros de café que son a base de papel, también estos contienen microplásticos, en ese caso son preferibles los filtros de tela y utilizar infusor de té”.

También ocurre, la ingestión indirecta a través de la cadena alimentaria. “Así, los microplásticos de los envases pueden volver a nosotros a través del consumo de pescado, mariscos, vegetales, entre otros alimentos”.

¿QUÉ HACER? La nutricionista indicó que reducir la exposición a microplásticos es importante debido a los posibles riesgos para la salud, como su potencial para actuar como disruptores endocrinos.

“Los microplásticos pueden liberar aditivos químicos y acumular contaminantes ambientales que interfieren con el sistema hormonal, provocando desequilibrios que pueden afectar el desarrollo, la fertilidad y aumentar el riesgo de enfermedades como el cáncer”.

Explicó que aunque aún se investigan los efectos a largo plazo, algunos estudios sugieren que la exposición a microplásticos podría provocar inflamación, estrés oxidativo y otros problemas de salud si se acumulan en el cuerpo.

“Por ello, es fundamental minimizar su presencia en nuestra dieta y entorno”, recomendó.

CONSEJOS. Las alternativas al plástico para la conservación de alimentos son el vidrio, el acero inoxidable y la silicona de grado alimentario, explicó.

“Aunque los envases de vidrio pueden ser más costosos que los de plástico, son una inversión a largo plazo, ya que no liberan microplásticos y son más duraderos”, destacó la nutricionista.

También recomendó evitar calentar comida en recipientes de plástico, y aconsejó sustituir filtro de papel de cafetera por filtros de tela, evitar cafeteras con revestimiento de plástico, entre otros. (Ver infografía).

ORÍGENES. La nutricionista Yomali Lezcano explicó que muchos microplásticos se encuentran en cuerpos de agua como ríos, lagos y océanos.

“Estos fragmentos pueden ser ingeridos por peces y otros organismos acuáticos que forman parte de nuestra cadena alimentaria. Cuando consumimos pescado o mariscos es posible que también estemos ingiriendo microplásticos”.

Incluso, aquellos plásticos que se utilizan en la agricultura como los mantos plásticos para cubrir cultivos o en el uso de fertilizantes que contienen plásticos, estos con el tiempo se descomponen en partículas más pequeñas y pueden ser absorbidos por las plantas o infiltrarse en el suelo, contaminando vegetales y frutas, explicó.

También en el procesamiento, empaque o transporte de alimentos en la que los alimentos pueden entrar en contacto con los plásticos.

“Por ejemplo, el uso de envases plásticos o envoltorios puede transferir pequeñas partículas de plástico a los alimentos, especialmente si estos se calientan en su empaque original”, dijo.

No solo debe preocupar el contacto del plástico con los alimentos sino que cuando se expone a altas temperaturas. “Ciertas condiciones propician mayor migración de microplásticos a los alimentos; al momento del contacto de alimentos con plásticos, alimentos ácidos o muy grasos, calentar comida en microondas por ejemplo”, señaló.

Las principales fuentes de microplásticos en nuestra cadena alimentaria provienen de diversas actividades humanas y procesos industriales como los productos cosméticos, tras el lavado de textiles sintéticos, procesos industriales. También la degradación de plásticos más grandes.

“Los plásticos más grandes, como las botellas, bolsas y otros residuos plásticos, se descomponen con el tiempo debido a la exposición al sol, al viento y al agua. Este proceso, llamado fotodegradación, –explicó Lezcano– fragmenta el plástico en piezas más pequeñas, que son ingeridas por animales marinos y terrestres que luego pueden ser consumidos por los seres humanos”.

Cambiar los hábitos de conservación de los alimentos tal vez sean pequeños pasos, pero son grandes acciones que pueden tener un buen impacto en la salud a largo plazo.

Los microplásticos pueden liberar aditivos químicos y acumular contaminantes ambientales que interfieren con el sistema hormonal, provocando desequilibrios que pueden afectar el desarrollo, la fertilidad y aumentar el riesgo de enfermedades como el cáncer. Lic. Yomali Lezcano, nutricionista y especialista en medicina ortomolecular.

Microplásticos en la cocina. Estos envases juegan un papel importante en la contaminación de alimentos con microplásticos.

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Las Cifras

11.000 microplásticos al año consume una persona al comer mariscos de manera regular, según un estudio.

90.000 partículas de microplásticos al año ingiere una persona que toma agua de botellas de plásticos.

52.000 partículas de plásticos al año consume una persona dependiendo del estilo de vida y la dieta. UH