El 16 de agosto, nuestro país celebra el Día del Niño, una fecha que no solo festeja la alegría y el futuro que representan los más pequeños, sino que también honra la memoria de los niños mártires de Acosta Ñú. En esta ocasión, entrevistamos a Almide Alcaraz, historiador y gestor cultural de la ciudad de Eusebio Ayala, quien nos ayuda a desentrañar los mitos y realidades de este episodio clave en la historia paraguaya.
Esta fecha está profundamente marcada por el trágico y heroico enfrentamiento ocurrido en 1869 durante la Guerra de la Triple Alianza, donde cientos de niños paraguayos, junto a mujeres y ancianos, se enfrentaron valientemente al ejército aliado, siendo brutalmente masacrados.
Almide Alcaraz, historiador y gestor cultural, nos pone en contexto la situación política y militar de aquel periodo: «Días antes de la batalla, Paraguay se encontraba en un estado crítico. La capital del país ya había sido tomada por las fuerzas aliadas, y un nuevo gobierno, conformado por un Triunvirato se establecía en la capital ocupada. Mientras tanto, en Piribebuy, se organizaba la defensa en anticipación del inminente ataque aliado. La ciudad, consciente de la superioridad numérica y bélica del enemigo, movilizó una fuerza diezmada para resistir», explicó.
Tras la caída de Piribebuy, el Mariscal Francisco Solano López se retiró con un contingente de unas 12 mil personas, en su mayoría civiles, incluidos niños, mujeres y ancianos, junto a un reducido número de soldados combatientes. «Parte de este grupo se dirigió hacia Caraguatay pasando por Barrero Grande, mientras que otra fuerza, conformada en su mayoría por mujeres, ancianos y niños, bajo el mando de Bernardino Caballero, también intentó avanzar, pero fue alcanzada en la zona de Barrero Grande, donde se libró la Batalla de Acosta Ñú», comentó Alcaraz.
La batalla se desarrolló en un entorno de desventaja extrema para los paraguayos. La orden del Mariscal López fue establecer posiciones defensivas para retener al ejército aliado, compuesto por 20,000 soldados, según el historiador.
La Batalla de Acosta Ñú tuvo un impacto devastador en la sociedad paraguaya. «Gran parte de la población estaba diezmada, y la mayoría de los pueblos en la Cordillera habían sido tomados por los aliados, lo que dificultaba la supervivencia. En muchos casos, unirse a los frentes de batalla era la única opción para encontrar seguridad y alimento. Las familias, destrozadas por la guerra, enfrentaron una pérdida incalculable, y la estructura social del país quedó gravemente afectada».
«Una segunda línea de defensa se organizó en las orillas del arroyo Yuquyry, compuesta en su mayoría por jóvenes combatientes de entre 13 y 15 años, aunque algunos informes mencionan niños de tan solo 10 años. A pesar de su juventud, estos niños enfrentaron al ejército aliado con un coraje excepcional, convirtiéndose en símbolos de resistencia y sacrificio».
– Almide Alcaraz.
Niños que combatieron en Acosta Ñú: Un acto de heroísmo
Los niños que participaron en la Batalla de Acosta Ñú son recordados por su increíble valor. Alcaraz mencionó que entre algunos de ellos se encuentra Emilio Aceval, quien a los 13 años se unió al ejército paraguayo. «A los 14 años combatió en Acosta Ñú, donde fue herido y posteriormente cayó prisionero. Sobrevivió y más tarde se convirtió en presidente de la República del Paraguay en 1898», mencionó Alcaraz.
Otro valiente joven fue Manuel Domecq García, quien a los 10 años tomó un fusil en la segunda línea de defensa durante la batalla. Capturado junto a otros 1.500 paraguayos, fue enviado a Argentina bajo la protección de familiares.
Juan Pío Prieto, nacido en Pilar en 1855, también combatió en Acosta Ñú con 14 años, habiendo luchado antes en Ytororó y Lomas Valentinas. Tras sobrevivir y escapar de la prisión, regresó a su pueblo natal, donde se dedicó a la docencia.
Alcaraz también se refirió al cabo Lisandro Amarilla, de solo 12 años, fue jefe militar de una compañía del Batallón Joven. «Es recordado como un niño soldado de gran heroísmo, que acostumbraba a alentar a sus compañeros con consignas en guaraní», comentó el historiador. Estos niños, junto con otros jóvenes combatientes, se han convertido en símbolos del heroísmo paraguayo.
Los mitos y la reivindicación de la historia
Alcaraz aclaró algunos de los mitos que han surgido alrededor de la Batalla de Acosta Ñú. Mencionó que uno de los más persistentes es la idea de que los niños se pintaron bigotes en sus rostros para parecer adultos y así infundir temor en el enemigo. Alcaraz insiste en que este es un mito que debe ser desterrado. «Hemos trabajado bastante desde Eusebio Ayala en la difusión de los hechos de Acosta Ñú y en corregir los mitos que distorsionan nuestra historia», afirmó.
Además, enfatizó en la figura de Andrés Aguirre, un barrereño, un personaje clave en la reivindicación de la historia de los Héroes de Acosta Ñú. «Con su libro Epopeya de los Siglos y su mapa detallado de los acontecimientos del 16 de agosto de 1869, Aguirre ha proporcionado un relato más preciso de lo ocurrido en aquella trágica jornada».
Cada 16 de agosto, las comunidades de Paraguay organizan celebraciones populares dirigidas a los niños, en las que se rinde homenaje a estos jóvenes mártires. La marcha Mitã Rape, realizada por los pobladores de la ciudad de Eusebio Ayala, es un emotivo tributo a todos los caídos en esta batalla. Este recorrido culmina en el campo de batalla, recordando la valentía y el sacrificio de aquellos niños que, a pesar de su corta edad, se enfrentaron a un destino implacable con un coraje inquebrantable.
El Día del Niño en Paraguay es, por lo tanto, mucho más que una celebración infantil. Es un día para recordar la historia, honrar la memoria de los héroes caídos y reflexionar sobre el sacrificio de aquellos que lucharon por su país en circunstancias extremadamente difíciles. La Batalla de Acosta Ñú, y los niños que participaron en ella, permanecen como símbolos eternos de resistencia y patriotismo en la historia paraguaya.